El Gobierno acaba de aprobar unos Presupuestos que todo el mundo critica. Los pensionistas quieren que se les suban más sus prestaciones; los funcionarios que no se les congelen sus sueldos; a los contribuyentes nos gustaría que nos bajaran los impuestos; a los gobernantes autónomicos que se invierta más en sus regiones; los actores y productores quieren subvenciones y deducciones para su industria; los investigadores, que se destine más a I+D+i; … y eso sí, con la premisa de reducir el déficit público y que la deuda no crezca. Pues señores nos pongamos como nos pongamos, los milagros no existen y estos presupuestos no sólo no cumplen ninguno de esos deseos, sino que además incrementan la deuda pública hasta rozar el peligroso nivel del 100% del PIB.
Acabamos de conocer las cifras de afiliación a la Seguridad Social. En estos momentos hay en España algo más de 16,3 millones de trabajadores que tienen que pagar las pensiones de nueve millones de pensionistas, hacer frente a las prestaciones de cerca de 2,5 millones de parados, sostener los servicios públicos y, en definitiva, mantener una población de más de 46 millones. Está claro que, nos pongamos como nos pongamos, nuestros deseos son imposibles de cumplir al menos hasta que la economía crezca a un ritmo suficiente. Y aún así, creo que es el momento de hacernos a la idea de que por mucho que mejoren las cosas, el Estado de bienestar tal y como lo conocimos antes de la crisis no volverá.
Podemos exigirle a nuestros gobernantes, a los del Estado, pero también a los regionales y a los locales, que a la vez que pide sacrificios a los ciudadanos haga también el esfuerzo de adelgazar la administración. Podemos y debemos exigirles, que cierren televisiones públicas, recorten asesores, cierren empresas públicas y un largo etcétera de medidas que al menos serían ejemplarizante. Pero no nos engañemos, el gratis total en la sanidad, en la educación, en los servicios públicos, es insostenible y lo será más cuando el baby boom empiece a jubilarse, y una población joven cada vez más reducida tenga que sostener a una creciente población jubilada. Nos pongamos como nos pongamos, y por mucho que nos digan los políticos cuando están en la oposición, la realidad es tozuda.
Otros temas Yolanda Gómezel