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Blogs Cuentas conmigo por Yolanda Gómez

Los sacrificios de los trabajadores

Yolanda Gómezel

¿Hemos aprendido la lección? El BBVA asegura en su último informe sobre la situación de la economía española que si al comienzo de la crisis hubiera existido la moderación y flexibilidad salarial que hoy hay en España habría un millón de parados menos. Pero también hay quien dice que ha sido precisamente esta flexibilidad la que ha disparado los despidos en los últimos meses, especialmente de empleados con experiencia y sueldos altos que son sustituidos, o lo serán cuando la economía empiece a repuntar, por jóvenes sin experiencia profesional, con salarios bajos y condiciones laborales mucho peores de las que había al comienzo de la crisis.

¿Quién tiene razón? Probablemente ambos argumentos son correctos. Está claro que los salarios y las condiciones laborales tienen que adaptarse a la situación de las empresas. Uno puede ponerse una venda en los ojos y exigir que aunque la empresa pierda dinero, se mantengan las mismas condiciones que cuando las cosas van bien. Pero eso inevitablemente acaba en despidos. Lo hemos visto en esta crisis. En 2009 los salarios subieron casi un 4% mientras se destruían miles y miles de puestos de trabajo. Ya son pocas las empresas que siguen actualizando los salarios con el IPC, o los trabajadores protegidos por esas cláusulas de revisión salarial que evitaban que se perdiera poder adquisitivo. Y probablemente eso no es malo. Los trabajadores nos tenemos que acostumbrar a ligar nuestros salarios a la salud de nuestras compañías, y que crezcan o se reduzcan en función de los beneficios conseguidos y los objetivos logrados.

Lo malo es que estamos en un momento en que los trabajadores están asumiendo muchos sacrificios, aceptando reducciones salariales y nuevas tareas y aún así se siguen destruyendo puestos de trabajo y hay mucha gente que se pregunta si realmente merece la pena. La respuesta es que sí. Ya hay muchas empresas internacionales que apuntan que España empieza a ser competitiva y que comienzan a trasladar aquí su producción. Y probablemente muchas compañías también habrán aprendido la lección de que no se puede prescindir de la experiencia y dejarlo todo en manos de mano de obra barata recién llegada. La combinación de la sabiduría de los mayores con el empuje de los jóvenes será probablemente la mejor receta para superar esta crisis. Y cuando se haga, los trabajadores también deberán ser partícipes de los frutos de la bonanza.

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