España se la jugaba en la cumbre europea y el euro también. Aunque algunos políticos trataron de quitar hierro a la importancia de la cumbre en las horas previas a la misma, lo cierto es que salir de ahí sin resultados hubiera sido el entierro definitivo de la moneda única.
El equipo económico de Mariano Rajoy lo sabía, y la tensión en las horas previas a la reunión era máxima. España no podía sobrevivir con estos precios de la deuda durante mucho tiempo. Y la falta de un compromiso firme de la Unión sobre el futuro hubiera sido una catástrofe y hubiera disparado incluso más esa prima de riesgo que ya se ha convertido en un tema habitual de conversación entre las familias españolas.
Pero la resistencia ha dado finalmente sus frutos. España es demasiado grande para dejarla caer. Y tras España vendría Italia. Y tras Italia, Francia. Y la unión de todos ha logrado dar su brazo a torcer a la señora Merkel, que finalmente ha permitido lo que hace tan solo una semana, el pasado viernes, decía que no haría. Se recapitalizará directamente a los bancos, sin que eso suponga más deuda y más déficit para los estados. Y además los fondos de rescate europeos podrán comprar deuda, como pretendía Italia y España. Y el fondo de rescate no tendrá prioridad de cobro sobre el resto de acreedores que compren deuda de los Estados. Otro logro conseguido.
¡Bien! dirán unos. !Qué alivio! Dirán la mayoría. Pero que nadie se engañe. Con estas medidas solo ganamos tiempo. El tiempo que necesitamos para implementar los ajustes y las reformas que necesitamos para ajustar nuestras cuentas. Todo esto no es gratis. Y ahora vienen los sacrificios. Unos sacrificios que se unen a los que ya venimos sufriendo en los últimos años. El domingo nos suben la luz y el gas y los jubilados empezarán a pagar por las medicinas. En breve subirá el IVA, y da igual que sea el tipo general o que productos que ahora tributan al 8% pasen a pagar el 18%. Subirán los impuestos a las gasolinas. Y un largo etcétecera de medias entre las que, ojalá y de una vez por todas se incluya también una reforma de la administración y un recorte de una estructura del Estado que no podemos financiar.
Bien por el acuerdo. Estábamos a punto de morir y hemos vuelto a la vida. Pero nos quedan todavía largos meses de convalecencia.
Economía Yolanda Gómezel