El Banco Central Europeo, a las órdenas siempre de la todapoderosa Alemania, hace oídos sordos a las constantes llamadas de auxilio del Gobierno de Mariano Rajoy. La compra de deuda por parte del BCE, argumentan desde la Comisión Europea, no es una solución, es como si a alguien que tiene un tumor, o una infección grave, se le da paracetamol. Estoy de acuerdo. El paracetamol solo no sirve. Hay que tomar antibióticos y hay que extirpar el tumor. Pero que nadie se engañe, cuando la fiebre sube mucho, hay que bajarla porque si no, el enfermo puede llegar a morir. Y esa es la situación en que se encuentra hoy España.
La economía española no puede resistir mucho tiempo pagando un interés superior al 7,5% por su deuda. No puede resistir la Administración central. Mucho menos las comunidades autónomas, que tienen totalmente cerrados los mercados y una tras otra tendrán que recurrir al fondo puesto en marcha por el Gobierno para refirnanciar su deuda. Pero tampoco podrán resistir nuestras empresas, por grandes e internacionalizadas que estén. No pueden soportar costes de financiación tan elevados como los que les exige el mercado por el hecho de ser españolas.
En este entorno es necesario seguir metiendo la tijera, desde luego. Hay que adelgazar la administración sea como sea y cueste lo que cueste. Hay que acabar con duplicidades y gastos superfluos. Y no se si hay que desmontar, pero desde luego hay que darle una vuelta a estado de las autonomías que los mercados no entienden y nuestros vecinos europeos tampoco. Pero eso no se hace de la noche a la mañana. Y mientras se hace necesitamos sí o sí la ayuda del BCE.
“El BCE no está para resolver los problemas de los Estados”, argumentaba muy digno su presidente el señor Draghi este fin de semana. Que no nos cuenten cuentos. El BCE ha estado a las órdenes de los interese alemanes desde que se creó en 1999. Mantuvo los tipos extraordinariamente bajos durante muchos años para facilitar la reunificación de Alemania aún a sabiendas de que esa política monetaria perjudicaba a otros países como España o Irlanda en la que se generó un burbuja que ahora ha estallado. El BCE sí ha estado para resolver problemas de los países, de modo que no pasaría nada por que en un momento crucial para el euro, como el actual, echara una mano comprando deuda de los países periféricos. La Reserva Federal no ha tenido el más mínimo problema en comprar deuda americana cuando el país lo ha necesitado y Estados Unidos ha salido adelante.
A Alemania le está viniendo muy bien en estos momentos la tensión que se vive en España y en Italia. No solo no tiene que pagar por financiar una deuda más elevada que la española, es que encima hace negocio. Pero no nos equivoquemos, si el euro se rompe, también Alemania saldrá perjudicada. Entonces, ¿a qué vienen tanta reticencias a la intervención del BCE? Algo se nos escapa. Aquí alguien está jugando y apostando mucho dinero a que esto se rompa. Hasta ahora creíamos que era el Reino Unido, y el área anglófila, pero por qué no actúan los socios europeos.
Es cierto que España genera mucha desconfianza. Es cierto que el Gobierno de Zapatero derrochó lo indecible. Es verdad que el Gobierno de Rajoy ha pecado de optimista y pensó que con la reforma laboral, la financiera y algunos ajustes esto se solucionaría. Pero estamos haciendo los deberes. Y si se nos presta ayuda seguiremos haciéndolo. Pero la situación es insostenible. Las medidas y las reformas por sí solas no solucionan la situación de un día para otro. Socorro. Que alguien escuche nuestro SOS. Ojalá sea esta misma tarde el ministro alemán.
Economía Yolanda Gómezel