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Blogs Cosas del cerebro por Pilar Quijada

Una variante del colágeno podría explicar la ansiedad

Pilar Quijadael

En 1988, investigadores del hospital del Mar, en Barcelona, liderados por el doctor Antonio Bulbena, llevaron a cabo un inesperado hallazgo: La relación entre ansiedad y una variante hereditaria del colágeno. Mientras trabajaban con pacientes externos se dieron cuenta de la mayoría de los que sufrían ansiedad tenían otra característica asociada: unas articulaciones bastante más flexibles que la población general, lo que les permite hacer movimientos para la mayoría imposibles, como acercar el dedo pulgar al antebrazo o flexionar algunos dedos casi 90 grados en sentido opuesto al habitual. Esta peculiaridad se conoce como hipermovilidad o hiperlaxitud articular.

La hipermovilidad se ha asociado a un aumento de la flexibilidad del tejido conectivo del cuerpo, debido a una alteración de la fibra del colágeno, la proteína presente en la piel, los huesos, cartílagos, tendones y también en los vasos sanguíneos. El colágeno es la proteína más abundante del organismo y constituye casi la mitad (40%) del total. Se caracteriza por su notable resistencia: una fibra de 1 mm de diámetro puede soportar una carga de 10 a 40 kg.

Alertados por la relación entre hiperlaxitud y ansiedad, el equipo del Dr. Bulbena empezó a analizarla a la inversa: es decir, comprobando si las personas con ansiedad tenían hiperlaxitud articular, algo que comprobaron que ocurría en el 70% de los casos. Su trabajo dejaba claro que la relación entre ambas características es muy destacada y va más allá de la mera coincidencia. En concreto, tener articulaciones excesivamente flexibles multiplica por 16 el riesgo de sufrir algún trastorno de ansiedad. Tres décadas después, varios trabajos internacionales han corroborado sus observaciones.

La hiperlaxitud es más frecuente en las mujeres que en los hombres, igual que ocurre con la ansiedad. Además, la incidencia de ambas es muy similar, oscilando entre un 5-15 % de la población. Cuando se tienen en cuenta ambos trastornos, más del 70% de las personas con laxitud en las articulaciones tienen algún trastorno de ansiedad.

El mecanismo común implicado en esta asociación incluye la genética, disfunciones del sistema nervioso autónomo y el procesamiento (interpretación) de las señales que provienen del interior del organismo (propiocepción), como los latidos del corazón. Los investigadores sugieren que existe un fenotipo nueroconectivo, asociado a la ansiedad y la hiperlaxitud, que incluye aspectos de comportamiento y síntomas somáticos y somatosensoriales.

¿Qué características justificarían el solapamiento de ambas patologías?

Las personas con hiperlaxitud tienen una excesiva reactividad del sistema nervioso autónomo (que regula las acciones automáticas, como el latido del corazón). Esta característica, denominada disautonomía, se traduce en síntomas como palpitaciones, malestar torácico, sudoración, peor tolerancia al calor, etc, que resultarán familiares a las personas con ansiedad. Además, las personas con hiperlaxitud tienen especial habilidad para detectar cambios en las sensaciones que provienen del interior del organismo (propiocepción), en especial, los latidos del corazón, probablemente porque la variante del colágeno alterada está presente también en sus vasos sanguíneos.

Es lo que ocurre en el síndrome de Taquicardia Postural Ortostática: que consiste en que al levantarse de forma repentina, ya sea desde una posición tumbada o sentada, hay una disminución temporal del flujo sanguíneo cerebral, provocado por la variante del colágeno comentada, que puede provocar un ligero mareo y visión borrosa. Para corregirlo, el corazón empieza a latir más rápido, produciendo una taquicardia momentánea.

Estas sensaciones que provienen del interior del cuerpo, y que son percibidas de manera mucho más palpable, son interpretadas como una situación de peligro y estarían en la base de la ansiedad.

Diferencias en el cerebro

También en el cerebro de las personas con laxitud articular hay diferencias en la activación de regiones implicadas con el procesamiento emocional, como la corteza prefrontal, o la ínsula. Esta última estructura interviene en la empatía (muy relacionada con la fobia social) y también controla el sistema nervioso autónomo, precisamente el que produce los síntomas físicos asociados a la ansiedad: palpitaciones, sudoración, respiración acelerada, o sensación de mareo.

Estos estudios son importantes por varios motivos.

  • Primero: Para las personas con ansiedad, porque saber que lo que sienten tiene una base fisiológica, debido a su constitución peculiar, y que puede considerarse normal, ayuda a disminuir la angustia que sienten.
  • Y en segundo lugar, porque en el siglo XXI, la psicología y la psiquiatría deberían dejar el ámbito etéreo del alma, al que aluden los prefijos, psico y psiquis, para anclarse en pruebas sólidas y palpables ofrecidas por la medicina y los últimos avances en neurociencia.

Además, la existencia de esta asociación puede servir como un marcador de susceptibilidad, que podría detectarse a edad temprana, con algo tan simple como evaluar el grado de flexibilidad de las articulaciones. Este dato permitiría llevar a cabo actuaciones preventivas en la infancia, que minimizarían las consecuencias, en algunos casos muy limitantes, de los trastornos de ansiedad, como los ataques de pánico o fobia social. Incorporar en las revisiones médicas un protocolo para detectar la hiperlaxitud articular permitiría poner en marcha mecanismos psicológicos y somáticos (por ej. técnicas de relajación) para canalizar la ansiedad.

Un video sobre esta información puede verse aquí

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