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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Gregorio Samsa, cinco minutos antes de que suene el despertador

Emilio de Miguel Calabia el

… la claridad, la detesto, siempre me despierta antes de que suene el despertador, en primavera que amanece antes es peor, mira que le he dicho veces a mamá que necesito cortinas en el cuarto, no me hace caso, nunca me hizo caso, siempre todo lo bueno es para Grete, es su favorita, todos dicen que me quieren, mentira, me aceptan porque viven de mi sueldo, son sanguijuelas, ya me lo decía Doktor Heinrich, ten cuidado, tu familia te explotará te sacará los higadillos, no todo es culpa de ellos, si el negocio de papá no se hubiera ido al garete… papá es demasiado bueno, no servía para los negocios, yo tampoco sirvo y aquí estoy de viajante, me duelen los pies, y la sed, cuando llevas recorridas cuarenta manzanas y nadie te ofrece un vaso de agua, podría meterme en un café y tomar… no, hace falta todo el dinero, no estamos para dispendios, aún quedan 65.000 que pagarle al viejo Goldstein, papá no hubiera debido firmar aquellos avales, papá es tonto y bebe mucho, tanto aguardiente reblandece el cerebro, mira a Alexander que le tuvieron que encerrar, se había convencido de que era un escarabajo gigante, le fui a visitar hace dos sábados, iba con la mininga fuera, él que siempre fue tan elegante, al final la elegancia se la comen los gusanos, eso me recuerda que me tengo que comprar guantes, un viajante no puede ir sin guantes, piensan que eres un simple mensajero y te desprecian, por eso no me dio el sí Angélica, creía que era poco ella, en cuanto tienen una melena rubia y se ven monas, se hacen las señoras, como Frau Matilda, como si no supieramos que fue fregona antes que mujer del Doctor Heinsbach, lo que le haría en la cama, debía de ser tremenda, cuando me la cruzo se me empina, mucho tiempo sin darle una alegría al cuerpo, no tengo dinero ni para putas, abrieron un burdel en la Krakoviestrasse, me gustaba el pianista que había en el Klavier, lástima que lo cerraran, estaba esa polaca, ¿Katya? ¿Anya? me gustaba mucho, a mamá no le hubiera agradado, tiene muchos prejuicios, todo fue cosa del abuelo, tan calvinista, tan rígido, siempre había que estar a las siete cenando y con las manos limpias y con corbata, para lo que nos ha servido, estamos en la ruina, nunca lograremos pagar esos 65.000, si papá no hubiese sido tan confiado, se creyó que Franz y Hans eran sus amigos, y lo que decía de Goldstein que nos ayudaría, sí, al 15% anual, la deuda nos come, tenía que haber entrado en la banca, ahí sí que se vive bien y se hace dinero, no como viajante de comercio, a la mierda los viajantes de comercio, todo el día en la calle, todo el día pretendiendo que vendemos algo más que quincalla, mentira, todo lo que vendemos es basura, los buenos productos en el arca se venden, no los que tiene Kaunitz & Cía, un día nos van a detener por fraude, no sé cuántas regulaciones no llevamos ya violadas, cuando nos cierren la oficina, que al menos sea el oficial Strasser el que venga, él tiene corazón, no quiero terminar en la cárcel, y eso que en la cárcel se come y no tienes que preocuparte por si debes 65.000 coronas, la dichosa luz, ya me ha despertado, no quiero levantarme, ojalá no tuviera que despertarme nunca ni salir más a la calle, ya me podía convertir en un escarabajo gigante como Alexander…

 

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