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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Otro Dalai Lama poeta

Emilio de Miguel Calabia el

El sexto Dalai Lama se reencarnó en Kelzang Gyatso, un niño que nació dos años después de su muerte. Después de cómo se habían portado con él en su anterior reencarnación, no me extraña que se lo pensase un poco antes de volver a la Tierra. Kelzang Gyatso fue un político consumado que supo navegar por una situación política complicada y crear consensos tanto entre las distintas facciones tibetanas como con la corte Qing. Amante del estudio, fue un gran maestro espiritual. Su personalidad y su carrera fueron muy distintas de las de su anterior reencarnación. Pero, al menos, el sexto Dalai Lama se llevó una cosa a su nueva vida: el gusto por la poesía. Kelzang Gyatso fue un gran poeta, aunque sus poemas tendrían todos que ver con la espiritualidad y las enseñanzas.

Un ejemplo de sus poemas con enseñanzas es:

“Cuando agitado por ese demonio, “tomar como real”,

Surgen las apariencias relativas.

Pero corta a través de esto, de tu error,

Mientras investigas lo que la razón puede conocer.

Da la espalda a la ilusión fugaz,

Simplemente mira la danza de la realidad.”

Ya sé que muy lírico no parece. Una tradición en el budismo es escribir las enseñanzas en forma de poema, lo que me imagino que se haría con fines mnemotécnicos.

Un poema suyo muy conocido y que me impresiona especialmente es “Meditación sobre los modos de la impermanencia”. Trata sobre la muerte. Transcribiré sólo algunas de sus estrofas:

“Sobre las montañas doradas lejos en la distancia

Anillos de niebla cuelgan como cinturones en los prados.

Ahora parecen tan sólidos, tan pronto se disuelven.

Mi mente se vuelve hacia pensamientos sobre mi muerte”

 

“En primavera, la estación del calor y el crecimiento,

Los tallos de los cultivos eran verde turquesa.

Ahora, al final del otoño, los campos yacen desnudos y quemados.

Mi mente se vuelve hacia pensamientos sobre mi muerte”

 

“De cada rama de los árboles de mi jardín

Cuelgan racimos de frutas, hinchadas y maduras.

Al final no quedará ni una sola pieza.

Mi mente se vuelve hacia pensamientos sobre mi muerte”

 

“En la panza de la vasta meseta ahí abajo

Las hogueras de los viajantes brillan como estrellas,

Pero mañana se irán, dejando sólo basura.

Mi mente se vuelve hacia pensamientos sobre mi muerte”

 

“Los ánimos estaban altos con esperanzas esta mañana

Cuando los hombres hablaban de someter a los enemigos y proteger la tierra.

Ahora, con la llegada de la noche, las aves y los perros mastican sus cadáveres.

¿Quién hubiera pensado que morirían hoy?”

 

“Si miras de cerca y contemplas a fondo

La gente y las cosas que aparecen a tu alrededor,

Puedes ver que todo está en constante flujo.

Todo se convierte en un maestro de la impermanencia.”

 

“Mira adonde quieras a ti mismo o a otros,

La vida pasa como el fulgor de un relámpago.

Cuando los agentes de la muerte te rodeen, decididos a asesinarte,

¿Qué piensas que te pasará?”

 

“El cuerpo yaciendo en su último lecho,

Las voces susurrando unas pocas últimas palabras,

La mente observando un recuerdo postrero que se desliza:

¿Cuándo te ocurrirá ese drama?”

 

Menos mal que después de tantas estrofas tétricas, el poema termina con un toque de optimismo:

 

“Que por esta canción puedan los que son como yo,

Gente irreligiosa poco mejor que brutos,

Ser atrapados por las llamas de la aspiración espiritual.

Que podamos evolucionar en espíritu

Y alcanzar el conocimiento y la liberación”.

 

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