ABC
Suscríbete
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizMi ABCABC
Blogs Barrio de las letras por Pedro Víllora

Se publica el “Teatro Furioso” de Francisco Nieva

Pedro Víllorael

A punto de cumplirse el primer centenario de Francisco Nieva (nació el 29 de diciembre de 1924 en Valdepeñas), se edita completo su Teatro Furioso (Punto de Vista Editores, 2024), donde se incluyen las once obras que componen este ciclo del gran dramaturgo, director y escenógrafo fallecido en 2016: Pelo de tormenta, Nosferatu, Es bueno no tener cabeza, La carroza de plomo candente, El combate de Ópalos y Tasia, Los españoles bajo tierra, El fandango asombroso, El rayo colgado y peste de loco amor, La Magosta, El paño de injurias y Coronada y el toro.

El Teatro furioso es la mejor entrada que pueda haber al universo literario y artístico de Francisco Nieva. El grueso de su literatura dramática está en el primer volumen de la Obra completa (2007), con edición de Juan Francisco Peña e introducción de Jesús Barrajón, y supera las dos mil páginas a falta de las obras publicadas con posterioridad (a ello habría que añadir las dos mil quinientas del segundo volumen, dedicado a la narrativa, las más de seiscientas de sus memorias, Las cosas como fueron, publicadas en 2002, y varios centenares más de artículos y textos posteriores o no recogidos en estos libros). A toda esta numerosa producción le conviene un lugar por el que comenzar a leer, y ese es la recopilación a la que él mismo denominó Teatro Furioso: obras escritas en su mayoría en la primera parte de su carrera como escritor (los años sesenta y setenta), cuando no sentía la presión del estreno comercial y apenas si se planteaba su publicación por la imposibilidad de sortear la censura y trabas de la época.

Precisamente por no tener en consideración ninguna necesidad escénica o de producción, se permite escribir con absoluta libertad un teatro que solo podría ser atendido y entendido en el futuro, ahora, pese a estar involucrado de manera tan clara con su presente. No es que el teatro que escribe sobre todo a partir de los años setenta, y que agrupará con el sobrenombre de Teatro de Farsa y Calamidad, sea menos audaz, pero sí que tiene en cuenta la posibilidad de su estreno, que en buena medida logra y con mucho éxito: son textos más largos, que pueden representarse en sesiones de duración habitual, las tramas son más complejas, desarrolladas por menos personajes y con estructuras que se emparentan con las comedias clásicas (aunque en apariencia no lo sean), y hay más novelería, mayor articulación de los conflictos.

José Pedreira, Felipe Díez, Pedro Víllora y Alberto Vicente en la presentación de “Teatro Furioso”. Fotografía de José Villarrubia

En tanto que el teatro es poesía dramática, el Teatro de Farsa y Calamidad muestra la vertiente más vinculada con el drama, mientras que el Teatro Furioso incide en la poética. No es de extrañar que las obras de este volumen fuesen alentadas desde un primer momento por algunos de los mejores poetas de la época: Francisco Brines, Carlos Bousoño, Claudio Rodríguez y, sobre todo, Vicente Aleixandre. Nieva fue visto por ellos y por su entorno como un dramaturgo artista. No era un notario de la realidad aunque no tuviese menos conciencia crítica que los dramaturgos realistas de su tiempo, pero tampoco era un escapista de la misma que se limitase a proponer fantasías, ensoñaciones e ilusiones tan coloristas como amables. Desde luego, no escribía con la aspereza del compromiso político, dogmático y didáctico, pero a la vez no incurría en adornos de alharaca y trompetería a base de frases henchidas de palabras rimbombantes. Lo cierto es que sí hablaba de la realidad, pero transformada y deformada por lo absurdo; creaba fantasías, mas vinculadas con un pasado histórico reconocible, decadente y degenerado; era políticamente inquieto, aunque no obvio; y hacía un uso desacostumbrado del lenguaje, si bien jugando antes con lo popular que con la pedantería.

Nieva se revelaba para sus compañeros poetas, ya en estos inicios, como un auténtico poeta escénico y el único comparable en la segunda mitad del siglo XX a lo que habían supuesto Valle Inclán y Lorca en sus primeras décadas. El Teatro Furioso está en la cima del teatro poético español del pasado siglo junto a las obras de estos maestros; fue tan distinto en su tiempo como lo fuese el Teatro fantástico de Benavente a finales del XIX; anticipó la revuelta de identidades y sexualidades que caracterizaría al siglo XXI; se burló de cualquier imperativo, político, religioso o social, y descreyó de cualquier frontera entre lo elitista y lo popular. Fue un teatro furioso y desaforado, sin preceptos, sin normas, sin límites; un teatro ceremonial, orgiástico, anticlásico e irracional, y no obstante muy consecuente con las formas clásicas, las estructuras de poder y los convencionalismos; un teatro transgresor, incómodo, dionisiaco, erótico y muy divertido; un regalo para la capacidad de asombrarse, un estímulo para todo tipo de emociones, un ejemplo de inteligencia y buen humor, una auténtica delicia.

@Pedro_Villora

Artistas

Tags

Pedro Víllorael

Post más recientes