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El colesterol, para lo bueno y para lo malo: la diferencia entre el HDL y el LDL

El colesterol, para lo bueno y para lo malo: la diferencia entre el HDL y el LDL
Elisa Escorihuela el

Si hay un parámetro que nos lleva de cabeza cuando nos hacemos un análisis clínico, es el colesterol. Y no es de extrañar, ya que automáticamente nos va a venir a la cabeza la enfermedad cardiovascular y eso no deja indiferente a nadie.

Sin embargo, aunque nos dé un poco de miedo esta palabra (especialmente en un análisis), el colesterol es una sustancia imprescindible para el buen funcionamiento de nuestro organismo, pues es uno de los componentes principales de las membranas de nuestras células y es necesario para la síntesis de varias hormonas y de la vitamina D, que dicho sea de paso es una vitamina necesaria para mantener nuestra salud ósea y nuestro sistema inmunitario. Así que, el colesterol también tiene su lado amable.

Otra cosa es cuando los niveles de colesterol en el plasma sanguíneo se ven aumentados. Ahí es cuando nos tenemos que preocupar, especialmente dependiendo del tipo de lipoproteínas que lo transportan.

Estas lipoproteínas son las encargadas de transportar una molécula grasa (el colesterol), en un medio acuoso y las podemos clasificar en:

El colesterol “bueno”: HDL (lipoproteínas de alta densidad).

El colesterol “malo”: LDL (lipoproteínas de baja densidad).

Aunque también está el colesterol “feo”: VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad) y los quilomicrones, pero hoy te hablaré de los principales.

El HDL es una lipoproteína que actúa previniendo el desarrollo de la enfermedad cardiovascular y accidentes cerebrovasculares. Su función es ir limpiando a su paso, moléculas de colesterol de los tejidos y arterias, transportándolas al hígado para que sean eliminadas por la bilis en forma de heces.

El LDL por el contrario, tiende a acumularse en las paredes de las arterias, formando lo que conocemos como placa de ateroma, cosa que hace que el diámetro de las mismas se vea más reducido (como cuando tapamos una manguera de agua parcialmente con el dedo para obtener más presión) y por lo tanto aumente el riesgo de accidentes cardio y cerebrovasculares, por obstrucción.

Pero, ¿por qué aumentan los niveles de colesterol?

El colesterol es una grasa que puede producir nuestro propio cuerpo, el que conocemos comúnmente como “colesterol hereditario”, también podría pasar que nuestro colesterol sanguíneo se eleve por alguna otra patología o fármaco que estamos consumiendo y por supuesto por nuestros hábitos alimenticios y por nuestro estilo de vida.

Como ves, entre las causas hay algunos parámetros más difíciles de controlar y que no están del todo en nuestras manos. 

Pero también entre las causas, encontramos una de las más comunes y que podemos intervenir fácilmente: los malos hábitos.

En general un aumento de peso, en concreto de los depósitos de masa grasa es perjudicial para la salud y puede jugar un papel a favor en el aumento de los niveles de colesterol.

También el consumo excesivo de grasas saturadas (presentes en alimentos de origen animal y algunos de origen vegetal como la palma y palmiste o el aceite de coco) o los azúcares refinados, ya sean en forma de alimentos dulces o un exceso de hidratos de carbono de absorción rápida en la dieta, pueden afectar a nuestros niveles de colesterol.

Además, el tabaquismo, el consumo de alcohol y el sedentarismo tienen un papel muy importante en su aumento.

Puedes saber más sobre la importancia de controlar el colesterol consultando el libro ‘Dietoterapia’. 

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