Avispero

No hay prueba científica de la incompatibilidad de defender a la vez los valores liberales clásicos (libertad de opinión, de prensa, de religión, de movimientos, para la propiedad privada…) y la ayuda, justa y solidaria, con los que la necesitan. Un equilibrio entre ambos conceptos es básico para el buen funcionamiento de la democracia. Sin embargo, España empieza a ser un avispero. Demasiados elementos desestabilizadores. Okupaciones, paro juvenil, libertad de expresión, pobreza infantil, incidencia de los extranjeros en algunas violencias (33,6 por ciento)… Desde que el liberalismo se fusionó con la democracia, a decir de Carlos Ruiz en su excelente La agonía del cuarto poder. Prensa contra democracia (Facultad de Comunicación Blanquerna, Universidad Ramon Llull, 2008) su discusión se basa en encontrar la compatibilidad de lo bueno y lo justo, y lo público y lo privado. Y que esto, a su vez, se ajuste con la libertad. Para lo que la prensa, el periodismo, juega un papel fundamental. No hay democracia sin prensa libre. Los que sacarán tajada (ya lo están haciendo) de este desequilibrio son los extremismos. Lo apuntó Angela Merkel hace unos días. En España: independentistas/nacionalistas, Podemos y Vox. De ahí la irresponsabilidad del resto, por no bajar la pelota al piso (en argot futbolero) y empezar a repartir juego, que no es otra cosa que sentarse todos en la misma mesa, objetivar los problemas y tratar de solucionarlos.