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Blogs La fiebre del oro(.com) por Jon Oleaga

El emprendedor no debería ser un elemento indispensable en su propia startup

Jon Oleaga el
En este blog hablo y opino sobre muchas cosas que hacen otros, desde startups de todo tipo, a multinacionales. Hoy, me apetecía hablar un poco de cara a los emprendedores, a aquellos que están en las primeras fases de creación de su empresa. Y es que, el papel del emprendedor dentro de una startup no es algo que esté totalmente definido, ni de lo que se hable mucho. Además, veo muchas veces en los demás emprendedores, algunos errores en la dirección de su startup.
Toda startup en sus comienzos gira en torno a su fundador/es, algo que es totalmente lógico, ya que el emprendedor es, muchas veces, el único miembro de la empresa, y el responsable de validar su idea de negocio.
Esa es la primera fase de cualquier startup, la que podríamos decir que es la germinación de la idea, es decir, donde se hace realidad y se prueba como una idea de negocio viable y rentable.
En una segunda fase, si todo ha ido bien, y la idea tiene visos de poder funcionar, lo normal es que la empresa se “profesionalice”, es decir, las partes de tu negocio que cubría el emprendedor sin ser un experto, como “hombre para todo”, se cubran por profesionales cualificados. Desarrollo, ventas, finanzas o marketing, suelen ser algunas de estas áreas donde empiezan a aparecer los primeros profesionales, aunque, también, depende mucho del tipo de negocio de la empresa.
Es en esta fase, cuando el emprendedor tiene que cambiar de rol, pero la mayoría no lo suelen hacer. Siguen construyendo una empresa alrededor de si mismos. O lo que es lo mismo, la empresa no mueve ni un sólo dedo si no es sin la aprobación del CEO. Pero no debería ser así. El ejemplo perfecto sería donde, por lo que sea, el fundador tiene que ausentarse un mes, pero la empresa sigue funcionando, peor, pero sigue “viva”.
Cuando el emprendedor se convierte en el centro de su propia startup, lo cual es un error, no sólo le termina quemando hasta llegar a un punto en el que no da abasto, y termina devorado por el estrés, sino que frena el crecimiento y la agilidad de la empresa, siendo más que un facilitador, un cuello de botella, un impedimento para que las “cosas” ocurran.
Hay un momento en que hay que dejar atrás el control, saber delegar y convertirse en un facilitador. Si con el equipo actual no lo ves posible, tienes que preguntarte si has contratado a los trabajadores adecuados, o si tienes problemas de personalidad controladora. Lo que está claro es que ni para el emprendedor ni para la empresa es, de ningún modo, sano.
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