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Blogs La fiebre del oro(.com) por Jon Oleaga

El gremio de los taxistas debe innovar o morir ante apps como Uber

Jon Oleaga el

Parece que un nuevo término se empieza a acuñar en nuestro ya saturado diccionario, copado como está de anglicismos provenientes del nuevo continente. Es el turno del llamado “consumo colaborativo” que ha saltado a boca de todos desde la irrupción de Uber en el mercado español como alternativa al servicio de taxis oficial.

Y es que, el sector del transporte público está hiper regulado por el estado, hacen falta seguros, licencias, cumplir con cupos y una normativa estricta, que evidentemente, sólo sirven para llenar las arcas del estado. Ya anunciaron desde Fomento la semana pasada que multarían a todos los usuarios de servicios de taxi no oficiales o los que usen sistemas para compartir coche. Pero, no nos engañemos, no son los taxistas y sus familias los que preocupan al gobierno, sino los ingresos que proveen todas estas regulaciones al estado.

El consumo colaborativo no es nada nuevo, pero internet y las redes sociales lo potencian para alcanzar nuevos niveles.

Yo he sido usuario de Uber desde que salió en San Francisco, por una sencilla razón, el servicio era mil veces mejor que el existente de taxis en la ciudad. Cansado de llamar por teléfono o salir a la calle a buscar un taxista, que además muchas veces a duras penas hablaba inglés, o no quería aceptarte la tarjeta de crédito para no pagar las comisiones del banco, o que te llevaba por la ciudad como si se tratara de una persecución policiaca. La aplicación de Uber te permite pedir el taxi cómodamente desde el móvil sentado en tu oficina, ver cuándo llega el taxista, pagar con seguridad desde la aplicación y ver las evaluaciones de otros usuarios sobre el conductor.


Yo lo siento mucho por el gremio de taxistas en Madrid, donde, en general tienes pocas opciones de elección, al fin y al cabo, el taxista que paras, es el que te toca, pero en ningún caso sabes de antemano qué calidad de servicio te va a dar. Seguro que todos hemos tenido experiencias similares, desde el que va como un “Fitipaldi” esquivando coches por la Castellana, hasta el que se niega a cobrarte con tarjeta aunque tenga el logotipo de VISA pegado en el cristal, o el que te pone mala cara porque el trayecto por el que le vas a pagar es demasiado corto como para perder su “turno” en la cola.

No sé si Uber y los taxistas terminarán conviviendo, lo que sí me parece es que Uber ha logrado que el sector innove al verle las “orejas al lobo”. Ahora tenemos aplicaciones como MyTaxi, que mejoran considerablemente el servicio dotando al servicio con las mismas posibilidades que la app americana, pero con la flota actual de taxis.

Al fin y al cabo, como consumidor, lo que quiero es un servicio mejor, y está claro que un poco de competencia dinamiza un sector que lleva muchos años estancado sin innovar absolutamente nada.

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