Oti Marchante el 28 feb, 2011 Si lo consideramos un juego, el ganar o el perder no tiene una mayor trascendencia; pero si lo consideramos algo más serio, incluso esencial, no podremos evitar la tentación de querer ensamblar la realidad con nuestros deseos (o gustos)… Pero, ya lo sabemos desde hace mucho tiempo: uno tiene un deseo, una esperanza, una opinión…, se despierta, mira por la ventana y observa que la realidad, o como queramos llamarlo, tiene otra (opinión, esperanza, deseo, pinta…, en fin). Y los Oscar es un buen ejemplo de deseos y realidades. No sé si es justo al cien por cien que “El discurso del Rey” haya ganado el Oscar a la mejor película, pero sí sé que es injusto al cien por cien que se le resten cualidades, independientemente de que a “mi” me guste o no… Una pequeña investigación entre amigos, familiares, de tal o de cual condición, dará como resultado que a la práctica totalidad de los que han visto esta película les ha encantado, emocionado, sorprendido, aportado algo… Y sé que el hecho de que guste a casi todos no es “la medida”, pero invito a cualquiera que no sea completamente tonto a que no desprecie ese hecho. No era mi película favorita, pero tiene dos cosillas que no tenía (casi) ninguna, que son una notable capacidad de emocionar y una sobresaliente capacidad de compaginar y cambalachear lo grande y lo pequeño, la forma y el fondo del mensaje. Y he puesto “casi”, porque la otra película que sí tenía eso, y tal vez en dosis más sorprendentes, era “Toy Story 3”. Preferir es uno de los verbos más humanos que existen, sí, pero no conviene sobrevalorarlo; en realidad, uno suele preferir algo justo antes de conformarse con lo contrario. En realidad, no estoy de acuerdo con casi ninguno de los Oscar otorgados…, en toda su Historia. Siempre hay otra película “mejor”. Pero ése es otro discurso. cine Comentarios Oti Marchante el 28 feb, 2011