Hay muchos modos de entender la rapidez. Se puede considerar velocidad pura a lo que tarda Walter Brennan en apretarse el chupito de whisky, o a lo que tarda en pitar el taxi de atrás cuando el semáforo se pone verde… Tal vez la rapidez en su esencia sea lo de Usain Bolt y los que le siguen de cerca. Pero, a mí me sorprende más esta otra: la de Walter Burns y C. R. MacNamara, probablemente los dos tipos más rápidos en batir las ideas y convertirlas en texto delante de la cámara. Un director de periódico y un vendedor de la marca Coca Cola en Berlín que hablan y hablan mientras maquinan y maquinan y maquinan mientras hablan… Tal vez abunden los actores que pueden aprenderse bien un texto y hasta decirlo vertiginosamente, pero lo que hacen Grant y Cagney es otra cosa que no tiene un pie en la memoria y otro en la rapidez: es como si el texto les naciera dentro en ese instante a sus personajes y se les escapara a borbotones.
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