Ido Azcona, Logroño, a pisar uvas… Gran guionista y, creo, gran tipo. Una vez tuve la fortuna de que me llamara y me invitara a comer. No nos conocÃamos. Bebimos como si nos conociéramos. Todos conocen sus grandes obras, las grandes y las otras, porque Azcona era, antes que nada, un tÃo listo y supo hacer de todo. Él es lo mejor del cine español, a veces con Berlanga y a veces con un italiano llamado Ferreri. Mira que era difÃcil en aquel tiempo y en este lugar, pero sabÃa, el tÃo, dónde estaba exactamente la gracia, que, en el fondo, no tenÃa maldita gracia, pero surgÃa.
Me gustó siempre el guionista y me gustó la persona. Enrique Herreros, mi gran amigo, lo conocÃa a fondo y me habló mucho de él (además de que me organizó esa cita a la que aludo). He tenido que escribir ahora para el ABC y no me ha resultado fácil: no querÃa caer en todo el ritual de tópicos sobre sus guiones más certeros, sobre Plácido o el Verdugo, o ese prodigio titulado El Cochecito. Y he llegado a una conclusión estúpida: hablar de los grandes, grandes es tremendo porque no hay modo de decir algo nuevo, interesante, que le sirva a alguien para algo…
Hay un libro que se publicó hace unos diez años titulado Rafael Azcona, con perdón, que reúne algunos artÃculos interesantes sobre el guionista. Lo coordinó Luis Alberto Cabezón y tuvo el privilegio de colaborar con un escrito en él. Si alguien tiene la oportunidad de trincarlo, que lo haga. Escribe un montón de gente curiosa. En fin…
Otros temas