Entre palmeras y playas de fina arena se levantan catedrales e iglesias construidas durante los siglos XVI y XVII, cuyos campanarios sobresalen entre la maleza y se dibujan en el horizonte al atardecer. Varios siglos después de que los conquistadores portugueses dejaran su impronta en este rincón de la India, los templos católicos se siguen alzando majestuosos en el paradisíaco enclave de Goa.
Uno de ellos es la Basílica del Buen Jesús, que se ha convertido en un centro de peregrinación para los fieles indios por albergar los restos de san Francisco Javier, el misionero navarro discípulo de san Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, que evangelizó el Lejano Oriente.
Aunque san Francisco Javier murió en China en 1552, sus reliquias permanecen en esta hermosa basílica, situada junto a la catedral y a la iglesia de san Francisco de Asís, donde es normal ver saris alrededor de su tumba. El recinto, que fue erigido entre 1594 y 1605, gira en torno alrededor de la urna de cristal donde se conserva su cuerpo, cuya incorruptibilidad dio lugar al milagro por el que san Francisco Javier fue canonizado en 1622.
En los últimos tiempos, y según admite uno de los sacerdotes de la basílica, el padre Franklin da Sousa, el cuerpo del santo español se ha deteriorado bastante, pero sigue adelante el plan para exponerlo fuera de la vitrina cada diez años. Hasta 1950, los restos podían ser contemplados por el público, por lo que el padre Da Sousa, natural de Goa, inclusó llegó a tocarlo de joven. Como la última vez que los fieles pudieron ver a san Francisco Javier fue en 2004, habrá que esperar hasta 2014 para volver a tener una ocasión similar.
Pero, mientras tanto, miles de cristianos indios peregrinan en masa a la Vieja Goa, como se denomina a esta parte aristocrática y separada de la antigua colonia portuguesa, para ver a Javier.
Cada domingo tenemos tres misas que se llenan porque asisten más de mil personas, a las que hay que sumar los fieles que acuden a los otros dos servicios de la catedral, se congratula el padre jesuita Franklin da Sousa, uno de los cinco religiosos que vive en la Basílica del Buen Jesús.
Cuatro nuevos jesuitas fueron ordenados el año pasado, indica el cura, quien sin embargo alerta de la disminución del número de católicos en la India. En Goa antes éramos el 70 por ciento de la población y ahora sólo representamos el 32 por ciento, se queja Da Sousa, quien todavía se consuela recordando con añoranza los años de florecimiento del cristianismo durante la colonización lusa.
Aunque ha disminuido la cifra de católicos en Goa por la llegada de emigrantes de otros lugares de la India, que traen consigo la tradicional religión hinduista, el sacerdote aclara que los cristianos somos la segunda comunidad de Goa y anuncia orgulloso que el año pasado tuvimos cuatro nuevas ordenaciones, lo que supone un número muy alto debido a la crisis vocacional que se arrastra desde hace años.
No en vano, la mayoría de ordenaciones que se producen en la actualidad procede de países asiáticos, donde la labor evangelizadora de san Francisco Javier sigue tan vigente como las iglesias de Goa.