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Blogs Tras un biombo chino por Pablo M. Díez

Los palillos chinos, un problema ecológico de peso

Pablo M. Díezel

¿Tienen los días contados los típicos palillos que utilizan para comer los chinos? Aunque, a priori, resulta bastante difícil imaginarse un futuro en el que los restaurantes del gigante asiático dispongan de tenedores y cuchillos prácticamente inexistentes en la actualidad, este país está evolucionando tan rápido que hasta sus más milenarias tradiciones corren el riesgo de desaparecer para siempre.
Pero no serán los cambios de mentalidad que acarrea el progreso los que borren a estos singulares palillos de madera de las mesas chinas, sino los devastadores efectos medioambientales que está provocando el imparable crecimiento del coloso oriental. Por ese motivo, y debido a la fuerte deforestación que sufre China, el Gobierno ya viene aplicando desde el año pasado una tasa del 5 por ciento sobre los palillos.
No en vano, y según los datos facilitados por el Ministerio de Finanzas, cada año se emplean 1,3 millones de metros cúbicos de madera (o 2 millones de metros cúbicos de superficie forestal) en la fabricación de palillos desechables, de los cuales se venden 10.000 millones de cajas en el mercado doméstico y 6.000 millones más son exportadas a otros países asiáticos, como Japón o Corea del Sur. En total, se tallan 45.000 millones de pares de estos artilugios, lo que, según muchos ecologistas, supone la destrucción directa de 25 millones de álamos y abedules adultos.

Con 1.300 millones de habitantes acostumbrados desde su más tierna infancia a comer con palillos un hábito que tiene 5.000 años de historia , tal impacto medioambiental resulta insostenible en China, seriamente dañada por un alarmante problema de pérdida de floresta y donde la desertización afecta ya al 27,46 por ciento de su superficie.
Para frenar tan desorbitado consumo de palillos desechables, Pekín optó el año pasado por imponer un nuevo impuesto a los fabricantes de estos productos, que deben incrementar sus precios al venderlos a los proveedores de restaurantes y supermercados. Junto a los palillos, el parqué de madera para los suelos de las casas, muy extendido en las ciudades chinas, también está gravado con un 5 por ciento dentro de la reforma fiscal acometida por el régimen comunista sobre determinados artículos de lujo.
Aunque la nueva tasa sobre los palillos es inferior, por ejemplo, al 10 por ciento que se aplica a las pelotas de golf o a los yates y está bastante lejos del 20 por ciento estipulado para los relojes de las grandes marcas, la medida persigue reducir el gasto de madera en el dragón rojo. Coincidiendo con la entrada en vigor de dicho impuesto, una encuesta realizada por el portal de internet sina.com reveló que el 73 por ciento de los 25.000 participantes en el sondeo intentarían evitar el uso de palillos desechables.
Y es que la situación se ha vuelto tan delicada que muchos restaurantes ya han optado por comprar palillos de madera de mayor calidad, mejores que los de un solo uso, para volver a emplearlos de nuevo después de lavarlos. Pero en una nación como China, que no destaca especialmente por sus condiciones higiénicas, numerosos comensales se sienten bastante incómodos al comprobar que sus palillos están desconchados o incluso mordisqueados, por lo que todos los establecimientos han de contar con una reserva de desechables para los clientes más escrupulosos y renovar los reutilizables cada dos meses.
Aumentar los impuestos no ha sido una buena idea porque cada día tenemos más gastos, se quejó Qi Ran, el propietario de un pequeño restaurante. Aunque el establecimiento no tiene más de diez mesas, cada mes debe comprar 1.000 palillos desechables por unos 50 yuanes (5 euros). En sí mismo, este precio resulta insignificante, pero las cifras se disparan si se tiene en cuenta que un gran hotel, por ejemplo, necesita reponer sus existencias de palillos con 10.000 pares cada mes.
Para evitarse todos estos quebraderos de cabeza, cada vez son más los chinos que, cuando salen a comer a un restaurante, prefieren llevarse sus propios palillos de casa, donde se suelen cambiar de año en año.
Otros países de Asia, donde el uso de los palillos está generalizado, ya atravesaron estos mismos problemas hace tiempo y encontraron soluciones más o menos eficaces para solventarlos. Así, mientras en Corea del Sur se implantaron los palillos de metal, tan fáciles de lavar como cualquier otro cubierto, en Japón, más tradicional, recurrieron a la madera de China.
Con independencia de lo que ocurra finalmente, parece poco probable que los habitantes del coloso oriental renuncien a uno de sus hábitos culinarios más ancestrales, ya que muchos no sabrían comer sin palillos y, además, están convencidos de que mover los dedos para utilizarlos ejercita la mente aunque no tanto como para preocuparse por el medioambiente.

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