En China, el país más poblado del planeta con 1.300 millones de habitantes, las multitudes no siempre son un inconveniente. De hecho, hay ocasiones en las que, mientras más gente haya, mejor. Así ocurre en los funerales que se celebran en las zonas rurales, donde no basta con que acudan los más allegados al difunto porque la familia que está de luto piensa que un elevado número de asistentes servirá para honrarle más dignamente y traerá buena suerte.
Esta creencia, bastante extendida en los pueblos de alrededor de Donghai, un distrito de la provincia oriental de Jiangsu, ha llevado a algunos empresarios avispados a montar un lucrativo negocio a base de organizar concurridísimos sepelios. Además de la abundante comida que se sirve en estos funerales, motivos más que suficientes para reunir a un buen grupo de chinos, para atraer al personal hay otro reclamo igual de efectivo: varias sugerentes bailarinas haciendo un striptease y quedándose sin ropa alguna con la que enjugar sus lágrimas por el finado.
Y es que los tiempos han cambiado tanto en China que, si antes el principal gancho de los funerales eran las compungidas plañideras y las sombras chinescas, ahora lo son estos irreverentes espectáculos eróticos. Al menos en Donghai, donde unas 200 personas, desde niños hasta ancianos, presenciaron en agosto de 2006 la actuación de dos troupes de bailarinas durante un funeral.
Por desgracia para las artistas, su número fue grabado por un equipo de la televisión pública CCTV, que emitió un programa tan crítico con dicha representación que, desde entonces, sigue abierto el debate sobre los sepelios con strippers. Como consecuencia, y según informó la agencia estatal de noticias Xinhua, los directores de cinco compañías de Donghai fueron detenidos por la Policía tras el programa de televisión.
Además, las autoridades han prohibido que se celebren más espectáculos de este tipo e incluso han puesto en funcionamiento una, nunca mejor dicho, hotline (línea telefónica de emergencias) para que los ciudadanos denuncien tales actuaciones a cambio de unos 30 euros de recompensa.
Dicha medida podría asestar un golpe mortal a los funerales en pelota, que cuestan unos 200 euros por sesión y cuentan con unas diez bailarinas ligeritas de ropa. Al igual que en Taiwán, estas últimas despedidas tan picantes se están volviendo muy populares en algunos pueblos de China, donde piensan que el muerto al hoyo, y el vivo al striptease.
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