¡Vamos! ¡Es posible! ¡Hemos vuelto a jugar bien! ¡Hay que creer en el reto! La utilización interna de la moral recuperada por el buen fútbol realizado y la ilusión compartida han explotado una vez más en la plantilla madridista. Nunca una derrota en un clásico ha servido en tal medida de reconstituyente. El Real Madrid jugó bien en el clásico, hizo mejor fútbol que el Barcelona y solo los desaciertos en el remate, las paradas de Bravo y el disparo al poste de Cristiano impidieron la victoria del conjunto de Ancelotti. El mensaje interno en el vestuario fue de reafirmación. El equipo de Ancelotti volvió a crear el juego que le hizo grande en 2014, con veintidós triunfos consecutivos. El regreso de Modric y de Ramos aportó la personalidad perdida durante un mes, tiempo que el madridismo sufrió con el fiasco de San Mamés y el empate frente al Villarreal. Ahora, el Madrid se encuentra a cuatro puntos del Barcelona, pero el entrenador y sus hombres han hablado de la ilusión reinventada en el conjunto y de una remontada en la Liga. En el grupo ha surgido un mensaje que Casillas y Ramos vivieron en la temporada 06-07, con la Liga de Capello: Juntos podemos.
En aquel campeonato, el Madrid se encontraba a cinco puntos de distancia del Barcelona a falta de diez jornadas. Ahora, los blancos están a cuatro de diferencia con diez partidos por delante. Y en el seno del vestuario liderado por Raúl, Casillas, Ramos y otros futbolistas se forjó una unión del plantel en busca del más difícil todavía. Siempre se dice en el Barcelona que esa unidad de los jugadores del Real Madrid y del madridismo en busca de conquistar imposibles es una virtud de fe que nunca podrían gestar en el vestuario azulgrana. Ese espíritu de remontadas nunca se producirá en el barcelonismo. No se lo creen. Xavi lo adujo en una ocasión con el poso de la experiencia vivida en Camp Barça. Es otra idiosincrasia. En el Real Madrid, por el contrario, ha vuelto a encenderse la mecha. Hay datos para pensar que es posible.