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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Cuando Zidane pidió a Florentino que no le dijera a su padre que perdonaba un año

Tomás González-Martín el

Es cabezón como solo pueden serlo quienes tienen genes de la Cabilia argelina. Zinedine Zidane nació en Marsella y jugó al fútbol al lado de La Castellane, metáfora de la calle que le haría grande en España, pero su carácter es de la Cabilia. Indudable. El francés tardó mucho en decidir que sería entrenador. Meditó durante años qué hacer con su vida una vez colgadas las botas en 2006. Por fin, en 2013 decidió que sería técnico. Y Florentino Pérez le fichó para que fuera ayudante de Ancelotti y madurara al más alto nivel su nuevo cometido. Aprendió mucho en el primer equipo. Ganó la Copa del Rey y la Champions. Y después cogió al Castilla para saber lo que es formar un equipo nuevo cada año con chavales jóvenes.

Zidane tomó el mando del primer plantel del Real Madrid el 4 de enero de este año. El presidente del club eligió a Zidane porque tenía una experiencia como jugador que trasladaría a los futbolistas con una cercanía en el consejo y en la autocrítica que otros técnicos no pueden desarrollar porque no han jugado al más alto nivel. Zizou le llaman ellos, porque les habla de compañero a compañero, aunque luego sea su jefe. Como Arbeloa hacía con Carvajal cuando el canterano regresó al Real Madrid en 2013. Son los mejores consejos.

Floentino Pérez ensalza de Zidane su integridad. No es orgulloso, no es prepotente y tiene una autocrítica muy alta. Zinedine les dijo a los jugadores, tras perder 0-1 frente al Atlético el 27 de febrero, que si no corrían más y cambiaban el chip les echarían a todos, incluido él, a finales de mayo. Tenía razón. Y sus jugadores lo sabían. Es honesto. No se esconde ni se justifica en el flojo rendimiento de algunos hombres. Habla de todos como un grupo, no se desmarca de ninguno. Y miren que alguno le han dado motivos por falta de rendimiento, que no de lucha.

Zizou no ha hablado todavía de que continuará en el puesto la próxima temporada. No le ha preocupado. Se ha centrado en intentar ganar la Liga y en trabajar por conquistar esta Champions. Ese desapego al dinero y a mantener el cargo como sea es la excepción que confirma la regla en estos mentideros del fútbol.

Florentino Pérez le dio la oportunidad de trabajar junto a Ancelotti en 2013 porque quería recuperar a un hombre que ha sido demasiado honesto y sincero en todos sus comportamientos. Zidane decidió en 2006 que dejaba el fútbol cuando le quedaba un año más de contrato con el Real Madrid. Perdonó unos cuanto millones de euros, que al club le significaron el doble por mor de los impuestos, porque consideraba que físicamente ya no podía rendir al nivel ofrecido en años anteriores. No quería que el aficionado viviera su descenso futbolístico. Otros, la mayoría de los profesionales, no lo harían hecho. Zinedine podía haber jugado una veintena de partidos en esa última campaña perdonada, sin ser titular cada cuatro días, y haber continuado. Dijo que no. Y la rúbrica de su retirada fue una petición increíble a su presidente: le rogó que nunca contara a su padre que había regalado una temporada. Con ese dinero rechazado podrían vivir todos sus allegados de Marsella y de la Cabilia.

Aquello sucedió en 2006. Muchos años después, Zidane regresó al Real Madrid con la misma franqueza. No miró el dinero en su contrato con el Real Madrid firmado a principios de enero. No sabía ni hasta cuando firmaba. Lo hizo hasta 2018. Se dedicó a sacar al Real Madrid del atolladero. Le ha hecho aspirar a una Liga que en febrero estaba perdida. Venció en el Camp Nou por 1-2 y puso en crisis al Barcelona. Al final quedó segundo en el campeonato español, a un punto del campeón. Ahora solo piensa en ganar la Copa de Europa y en ser un gran entrenador. El dinero es secundario para él. Que lo entiendan las personas que le conocen y que viven en un ambiente sociocultural distinto.

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