El último bonito recuerdo vivido a su lado fue el vino de Rioja que se tomaba en el estadio de Cardiff, junto a Amancio y otros exjugadores de la leyenda madridista, minutos después de ver a su equipo conquistar la duodécima Champions, frente a la Juventus. Lorenzo Sanz, de 76 años, murió ayer afectado por coronavirus después de ingresar hace cuatro días en el hospital.
Simpático, dicharachero, cercano, cálido, Lorenzo Sanz nació en una familia muy humilde y como era el mayor de diez hermanos supo que tendría que tirar del carro. Osado, valiente, su vida fue siempre apostar en el equilibrio.
A Lorenzo le encantaba el fútbol. Desde pequeño soñó con ser el portero del Real Madrid, con gorra en la cabeza, y ganar Copas de Europa con Di Stéfano y Gento. Nunca alcanzó esa meta. Jugó en varios equipos, entre ellos el Puerta Bonita, pero no llegó a ser profesional. Y se dedicó a buscarse las habichuelas en otros ámbitos, sin dejar de tener al Real Madrid entre ceja y ceja. Era socio del club y acudía al Bernabéu a presenciar los partidos.
Arrojado, desde joven quiso crear una empresa, tener iniciativa, no ser un empleado con un sueldo. Quería más. Su primera empresa fue una fábrica de papel pintado para las paredes, la moda durante tantas décadas en España. Más tarde llevó a cabo muchas operaciones inmobiliarias.
La llegada de Ramón Mendoza al Real Madrid en el ecuador de los años ochenta le permitió entrar a formar parte de la junta directiva en 1985. En principio fue vocal. Posteriormente llegó a ser vicepresidente, la mano derecha de Mendoza. La mano izquierda era Mariano Jaquotot, que falleció muy pronto de una cruel enfermedad, un cáncer que se lo llevó en cuestión de meses.
El 26 de noviembre de 1995 se hizo con la presidencia de la entidad, tras la dimisión de Ramón Mendoza. Esa temporada fue de transición. Esperó al verano de 1996 para realizar los fichajes que transformarían el equipo.
Contrató a Capello como entrenador y a seis grandes jugadores: Roberto Carlos, Seedorf, Mijatovic, Suker, Bodo Illgner y Panucci. En esa plantilla estaban Hierro, Raúl y Redondo como líderes. Ese gran grupo se adjudicó la Liga 1996-97. Posteriormente, ganó la deseada séptima Copa de Europa en 1998, con el remate de Mijatovic, después de 32 años de sequía, gol que «Pedja» dedicó a Fernando Sanz. Un éxito que repitió dos años después con la inolvidable victoria frente al Valencia en París, con los goles de Morientes, McManaman y Raúl.
La octava, celebrada el 24 de mayo del año 2000, hizo pensar a Sanz que era el momento de convocar elecciones para ganarlas con facilidad, con dos Champions en las alforjas. Se equivocó. Su gestión económica no era buena, no había dinero en el club. Tuvo que vender a hombres como Seedorf y Víctor Sánchez para hacer caja, y el 16 de julio de aquel año perdió las elecciones ante Florentino Pérez. Dejó el cargo con siete títulos, cinco de fútbol y dos de baloncesto.
Cuatro años más tarde, en julio de 2004, se presentó a los comicios del Real Madrid para intentar recuperar la presidencia frente a Florentino Pérez, pero volvió a ser derrotado.
Su madridismo lo extendió por todos sus hijos. Su esposa, María Luz Durán Muñoz, le dio cinco hijos y tres tuvieron relación muy estrecha con el deporte.
Lorenzo, el primer vástago, fue jugador de baloncesto y disfrutó de dos temporadas con el Real Madrid, para ejercer años más tarde como director técnico de la sección. Paco jugó en la Primera división de nuestro fútbol muy poco tiempo. Y Fernando Sanz fue quien tuvo una carrera más larga en primera línea profesional. Militó durante cuatro años en el Real Madrid y otros siete en el Málaga. Paco y Fernando fueron años después presidentes del Granada y del Málaga respectivamente. Tuvo también dos hijas, María Luz, «Malula», casada con Míchel Salgado (lateral derecho titular del Real Madrid en la etapa presidencial de Lorenzo Sanz en el club blanco), y Diana.
Ayer, la salud venció a un ganador que quiso ser el primero en todo. Un hombre que recuperó la Copa de Europa para el club que la hizo grande.
Otros temas