Tomás González-Martín el 01 jul, 2016 Arbeloa ha dejado de ser hoy, oficialmente, profesional del Real Madrid. Este salmantino, de la estirpe de Vicente del Bosque, duros como la piedra de la Casa de las Conchas, se formó como chaval en la cantera madridista para llegar a lo más alto en el fútbol mundial. Ascendió con su amor al trabajo, a la dedicación, a cuidarse como nadie, pero como nadie, para exhibir una forma física inigualable y un espíritu ganador que formó en su trayectoria en la casa blanca. Como tantos canteranos, tuvo que marcharse fuera para recibir continuidad de partidos y demostrar su calidad. El Real Madrid siempre necesita títulos y admite pocas probaturas. Los jóvenes han de emigrar para tener minutos en otros clubes y ganarse su condición de grandes. Álvaro se marchó al Deportivo. Duró veinte partidos. Su rapidez y agresividad defensiva estaban hechas ya para las máximas empresas. Benítez llegó en el mercado de invierno y se lo llevó del conjunto coruñés en enero. Y triunfó en el Liverpool. Con Xabi Alonso al lado en el campo y Rafa al mando en el banquillo, el Espartano se convirtió en uno de los mejores laterales derechos de España. Fue llamado por Luis para la selección española. Y comenzó una etapa de éxitos que le permitió ganar los grandes títulos de la selección española. Fichado por Florentino Pérez, junto a Xabi, en 2009, se transformó en el lateral fijo del Real Madrid. Ha ganado dos Champions, un Mundial de Clubes, una Liga, dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España con el equipo de sus amores. Fue el referente defensivo de Mourinho. Y ha sido el exponente del carácter ganador del Real Madrid para cada joven que llegaba a la plantilla. Todos consultaban con Álvaro. Los suplentes le pedían consejo para saber qué hacer con tal de ganarse minutos y aspirar al puesto de titular. Y Arbeloa les decía que debían luchar, prepararse para ser los mejores en los entrenamientos y no tirar nunca la toalla. Si peleas por ser el mejor, juegas. Lucas Vázquez es el último ejemplo de esa verdad. Álvaro hizo lo mismo siempre. Pelear hasta el fin por demostrar que merece un sitio. El Espartano ha inyectado en cada camada el carácter ganador. El darlo todo para vencer. Combatir para conseguir la victoria imposible con un gol en el minuto 93. Los chavales han aprendido de su actitud. Álvaro se va. Quiere jugar unas temporadas más. Dentro de unos años regresará a la casa blanca. Es historia de ella. Otros temas Comentarios Tomás González-Martín el 01 jul, 2016
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