El capitán, Casillas, visita a Carlo Ancelotti y le advierte que se está entrenado en vacaciones para llegar el día 28 sin retraso en la puesta de forma. Vecchi, el nuevo preparador de porteros, avisa a Ancelotti que ahora entiende por qué jugaba Diego López. El gallego vive en una forma constante envidiable. A sus 31 años es rápido, felino y sale por alto con determinación. A “Carletto” le han puesto un juicio difícil de resolver. Íker es veteranía, colocación, profesionalidad, icono, mito. Diego López es preparación, disciplina, eficiencia. Las dos decisiones serán justas y necesarias.
Íker le dijo a Ancelotti que está preparado para jugar y que trabajará a tope para mantener su mejor puesta a punto física. Carlo le contestó que espera ver al mejor Casillas. Y que elegirá a quien piense que está en un momento superior, sin mirar el nombre. Diego ya se encuentra al cien por cien. Íker lo estará en agosto, en la concentración de California, donde iniciará su pretemporada.
Ambos han suscitado filias y fobias. Mourinho calentó el debate y dejó la mecha encendida. Hay partidarios de uno de otro. Amantes del mito y mitómanos de los que triunfan sin tener un nombre. Carlo elegirá, pero no olvidará al perdedor de la primera batalla por la titularidad. Habrá partidos para los dos. Ninguno se merece el ostracismo. Íker ya elogió a su compañero. Quiso rebajar tensiones. Ahora, la tensión solo se vivirá en el campo, no en el ambiente dialéctico. Esa guerra ya se ha ganado.
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