José Luis López Vázquez. Nombre corriente, actor extraordinario y, sobre todo, alguien como de la familia. Y como no me voy repetir, reproduzco a continuación lo que ya he escrito para Vocento (porque para tratar el tema JesulÃn y el porqué de ese reportaje en Antena 3 en la casa del taxidermista de Ubrique no tengo palabras):
¡Mo-nu-men-to!
José Luis López Vázquez no era sólo el padrino búfalo de La gran familia, era el tÃo de todos. Groucho, Keaton y el españolito medio con bigotillo que se convirtió en querida señorita y que un dÃa nos quitó de la cabeza lo de meternos en una cabina, no fuéramos a acabar en un almacén rodeados de esqueletos en otras contiguas. Y sin cobertura. La cabina (1972), televisión de calidad, tuvo múltiples interpretaciones. La gente se puso a fumar en pipa y a decir que si era una parábola de la incomunicación, que si la cabina era una cárcel, que si era la mayor crÃtica que se habÃa hecho al régimen desde dentro (L’Humanité)… Luego sabrÃamos que la dirección era de Antonio Mercero, el guión de Mercero y Garci y que Adolfo Suárez habÃa dado el visto bueno. Pero ‘La Cabina’ era López Vázquez convirtiendo 35 minutos de surrealismo en uno de nuestros terrores favoritos.
Enorme actor de cine, López Vázquez tiene una carrera televisiva que no sólo comprende las apariciones estelares en Cuéntame, Hospital Central o Los Serrano. Fue el gran Escabeche en Los ladrones van a la oficina, bar y serie que compartió con otros grandes como Fernán Gómez, Manuel Aleixandre o AgustÃn González. 138 capÃtulos dirigidos por Tito Fernández (No desearás al vecino del quinto) con los que Antena 3 adaptó el sainete y la novela picaresca a los 90. Pero antes (y después de La Cabina) lo disfrutarÃamos en Este señor de negro (1975), comedia costumbrista también dirigida por Mercero y con guiones de Antonio Mingote. Trece capÃtulos en los que se ridiculizaba a los que no evolucionaban al ritmo de la sociedad española. José Luis López Vázquez era Don Sixto Zabaleta, el facha. Pero como seguÃa siendo el de La Cabina, en alguna escena se lo veÃa llamando desde una, sujetando la puerta con el pie (años más tarde en un anuncio de Retevisión la puerta se abrÃa y él salÃa; aquà la parábola era la liberalización del mercado de la telefonÃa).
En Este señor de negro habÃa una coletilla. Cada vez que pasaba Florinda Chico, él la piropeaba con un «¡Mo-nu-men-to!» Hoy se lo dedicamos a él.