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No sabiendo los oficios…

No sabiendo los oficios…
María José Muñoz el

No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.

(Romero solo, de León Felipe)

Me lo encuentro al salir del portal. Enjuto, con cara de exconvicto, callado y taciturno. Es un afilador, uno de esos personajes que veía con frecuencia por las calles de Toledo cuando era una niña. Pongamos que se llama Manuel y que viene, digamos, de Los Navalucillos, con su bicicleta cargada en una pequeña furgoneta una vez al mes. Hace cinco años se quedó sin trabajo tras echar el cierre la empresa de construcción de la capital donde llevaba trabajando toda la vida. Y él tiene que mantener a la familia. En casa son cinco, todos en paro, y algo hay que hacer para seguir viviendo, me cuenta un poco sorprendido por mi curiosidad y porque le pregunte si puedo hacerle una foto, si no le importa, vamos, yo misma sorprendida también de haberle abordado de repente y pararme en la calle ante él, pese a llegar ya tarde al trabajo, como siempre. El hombre, 56 años, tiene el semblante serio, solemne, y lleva el pequeño flautín de plástico que produce ese sonido característico en los oídos del vecindario. ¡El afiladoooor! Y todos imaginan dentro de sus casas que alguien asoma la cabeza por la ventana y le llama porque, digo yo, siempre habrá algún cuchillo que afilar, aunque sea solo para clavárselo al ladrón amigo de las tinieblas. Y es conveniente que la hoja esté afilada y no se produzcan desgarros en la carne.
El afilador se toma en serio su oficio – “no sabiendo los oficios los haremos con respeto”- y una no puede más que sentir un gran respeto por este hombre callado, triste y solitario. Me despido de Manuel y echo a andar. Antes de doblar la esquina para salir al Taller del Moro vuelvo la cabeza y lo veo caminando junto a su bicicleta, avanzando a duras penas por la vida, pero decidido y firme. Cuando llego a la plaza del Salvador la desolación me inunda, mientras que desde los carteles electorales los candidatos lanzan su mejor sonrisa atrapavotos.

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