María José Muñoz el 23 abr, 2013 Que la concejal más de izquierdas de un ayuntamiento coincida con la directora general del Libro del Gobierno autonómico del PP solo tiene una explicación en los tiempos que corren: es el Día del Libro. Esto ha pasado en el espléndido maratón de lectura organizado por la Biblioteca de Castilla-La Mancha este 23 de abril en Toledo, en lo alto del Alcázar, donde ni a la hora de comer se ha podido parar ante el ansia lectora de los participantes, muchos de los cuales utilizaron el atril, más que pare leer un libro, para vivir su momento de gloria. Pero qué mejor gloria que la que se levanta de la brisa huracanada al pasar las páginas de un libro! Y más si Toledo es la lectura indicada en un acto que por primera vez se celebra en la última planta del legendario baluarte, con su nuevo director, Juan Sánchez, al frente de la biblioteca. Pues bien, concejal de IU y alto cargo conservador escogieron al mismo escritor, Vicente Blasco Ibáñez, y la forma en que describe Toledo en sus crónicas de viaje, demostrando así que las antípodas ideológicas son un camino perfecto para llegar al mismo punto, la buena literatura, la del autor de La Catedral, esa novela que leí en la Facultad de Periodismo y de la que recuerdo el diálogo inicial, una triste despedida de madrugada, con la imponente presencia de la catedral primada junto a los dos personajes. Así que Carmen Jiménez, la representante municipal, tuvo que leer su texto alternativo, un fragmento de otro viaje literario, el de Rosa María Ballesteros en sus “Hijas de Galiana”. Previamente habían leído su libro otros representantes políticos, y también altos mandos militares, y confieso que aún me resulta algo chocante el uniforme y los galones en el reino de los libros. Pero bienvenidos sean, faltaría más . Siguió la lectura, y al Toledo ensalzado y amado le llegó su contrapunto, ese “engorro y neuralgia” del escritor Mariano Calvo donde enumera algunos tópicos toledanos que hicieron reír a los presentes. La fauna toledana tampoco faltó a la cita dentro del bello ensayo “Gatos y palomas” del periodista Gonzalo Almenara y, por supuesto, algunos de los participantes pronunciaron el nombre de Gregorio Marañón, el famoso humanista tan estrechamente ligado a la ciudad y al análisis sociológico y mental de los toledanos. Y ella, al final, se animó. Estuvo a punto de no hacerlo, los nervios, quizá cierto apuro, eso de hablar en público….pero su amado pudo más que todo eso. Emocionada, Manuela, limpiadora de la biblioteca, leyó con voz firme “La voz del silencio” de Gustavo Adolfo Bécquer. “Voz de mujer que como música celeste, como suspiro de un alma enamorada, viniste a mí, traída por la caricia del aire lleno de aromas de primavera”. Otros temas Comentarios María José Muñoz el 23 abr, 2013