Quedó a una vuelta de Kimi Raikkonen y en octava posición, pero se portó. El Greco viajó veloz por el circuito de Montmeló en el Gran Premio de España de Fórmula 1, Barcelona 11 de mayo de 2014, casi en la mitad de su año, ese que la ciudad de Toledo está conmemorando por todo lo alto y que mantiene sus calles llenas de visitantes y turistas, 300.000 personas al mes, dato ofrecido por el presidente de la Fundación El Greco 2014, Gregorio Marañón. Muchos toledanos permanecieron atentos a la pantalla por donde los bólidos se deslizaban a una velocidad endiablada y algunos pudieron captar la deseada imagen, congelar ese momento que difícilmente volverá a repetirse: la preciosa carrocería negra y dorada de la escudería Lotus con las palabras impresas de El Greco 2014 y Toledo, sobre todo ésta, que hizo vibrar a los que les gusta el Greco casi tanto como las carreras de coches, o quizá más.
Y detrás de todo esto, un nombre propio, Gerard López, propietario de Lotus y también un reconocido filántropo, gran amante del arte y hombre de negocios que esta vez no hizo negocio. Y no lo hizo porque dejó de percibir, en sólo una carrera, cerca de un millón y medio de euros, lo que cuesta anunciarse durante hora y media en la carrocería de sus coches. Pero él, un español orgulloso, hijo de emigrantes gallegos, -aunque muchos no lo sepan-, prefirió rendir homenaje a la cultura, al arte, al sentimiento de sentirse parte de una tierra, España, que un día vio a sus padres abandonar en busca de una vida mejor, y que lo contempla ahora como empresario exitoso residente en Reino Unido. Dice Gerard López que “hablar sólo de negocios es muy aburrido”. Claro, sobre todo para los que tantos tienen, pero es de alabar este gesto de un hombre que aunque domina siete idiomas, esta vez prefirió hablar en español.
Se me olvidaba. Ganó Hamilton. Fernando Alonso, el sexto.