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Blogs Pienso de que por Rafael Cerro Merinero

Sexo oral

Rafael Cerro Merineroel

 

El lenguaje del placer lúbrico utiliza tanto eufemismos suavizantes como expresiones soeces y eso no es casual. Hay seductores que halagan primero con palabras poéticas para subir el tono cuando la pasión descarrila. Los eufemismos surgen para burlar la censura y el tabú o para añadir a lo sexual chispa y levadura. La jerga de la que hablamos es relativamente confidencial, procaz y, a menudo, cómica.

Hay más sátira sobre las mujeres, que en algunas culturas no son libres para ironizar sobre el sexo de los hombres. Es sabido que muchas expresiones relacionadas con la voz cojones (un plan cojonudo, una oferta acojonante, una tía con dos cojones) tienen connotaciones positivas, mientras lo relacionado con el término coño suele ser peyorativo. Muchos hombres dicen que lo aburrido es un coñazo, pero a medida que ese referente anatómico se les aproxima en su vida cotidiana rebajan el tono despectivo sobre el mismo. El referente biológico les interesa más precisamente cuando no está en el quinto coño. Muchos utilizan la voz coño como sinécdoque: citan sólo esa parte cuando se refieren al todo.

Podemos emplear la hermosa palabra ninfas, hoy casi en desuso. Si se utiliza sólo en singular, ninfa significa joven hermosa y también cortesana. Si se utiliza sólo en plural, ninfas quiere decir labios menores. El sustantivo vulva resulta tan ortodoxo como poco utilizado durante los momentos de uso. Es como decir analepsis en una crítica de cine: es perfectamente académico, pero nadie lo entiende. La voz que la gente utiliza para un salto atrás en el tiempo es flashback, no analepsis. El sustantivo vulva se asocia a algunos moluscos bivalvos, igual que se dice bálano en lugar de glande. Bálano es el nombre de un crustáceo que se asemeja mucho a aquél. Larga es la lista de sinónimos que el diccionario y la calle nos han dado para designar a los genitales de ella. Entre los que puedo citar, el que más se usa es obviamente coño, que procede del latín cunnus, que significa cuña. Conejo es una voz nacida por razones icónicas. En cuanto a chumino, no es siempre una grosería: el Diccionario de madrileñismos de don Manuel Alvar lo define como “caracol de pelo que se dejaban las mujeres sobre las sienes o la frente”, de donde puede haber derivado por analogía la referencia a la zona genital. Los pezones no tienen aureolas sino aréolas. En cuanto a los senos, también hay toda una retahíla de posibilidades léxicas callejeras que no procede citar aquí por estética: la vida también está hecha de protocolos.

En cuanto a la anatomía sexual masculina, conocidos son los términos sinónimos verga y rabo. El pene se señala también con el cultismo príapo, del que deriva la engañosa maldición llamada priapismo, que es una “erección continua y dolorosa del miembro viril, sin apetito venéreo”. Venéreo significa “relativo a Venus”, al deleite sexual.

Fálico es lo referente al falo, pero no necesariamente al pene erecto sino también al miembro viril en otro estado de armas, el más frecuente. El término español que realmente designa al falo erecto es itifálico, cultismo sólo utilizado en arquitectura. Si el arquitecto utiliza columnas fálicas pero no itifálicas, el edificio se derrumbará como a veces cae la moral del hombre que no alcanza el estado de apresto necesario para el coito. Para denominar a los testículos, más afortunado que el término español huevos parece el inglés nuts,  de nuevo por analogíaDesde luego, nuestras gónadas se parecen más a las nueces, efecto visual que se acentúa con la edad.

Los gentilicios denominan diferentes técnicas sexuales en el habla popular. Francés es “sexo oral”, japonés es “coito en el suelo o sobre almohadas”, sueco es “sexo en grupo” y griego es “sexo anal”.  Esta última práctica se conoce como sodomía en memoria de la antigua ciudad de Palestina donde, según define a la vez que valora la Academia Española de la Lengua, “se practicaba todo género de actos deshonestos”.

Echar un polvo es correcto (me refiero a decirlo; Dios me libre de aconsejar sobre lo otro). El giro aparece en el Diccionario de la Academia, si bien como vulgarismo coloquial. La voz ligar es perfecta para significar “entablar relaciones amorosas o sexuales pasajeras”. Al coito se le denomina también coyunda por la correa con la que se uncen los bueyes; o cópula, que significa “atadura, ligamiento”. La metalingüística no explica cómo consiguen los niños adivinar cuándo van a copular sus padres para abortar la operación amparándose en cualquier excusa para romper la noche con su llanto.

Algunos han adoptado el anglicismo precop para denominar a la pareja sexual sin compromiso futuro, ni emocional ni de sexo. Podrían emplear mejor la ingeniosa contracción española follamigo, muy celebrada por los más jóvenes. La Academia ha aceptado amigovio, un acrónimo creado a partir de los sustantivos amigo y novio que se utiliza mucho en Uruguay, Argentina, México y Paraguay, pero mucho menos aquí.

En cualquier caso,  nada hay a la altura de este pensamiento de Ezra Pound, brillante como una supernova: “Tanto jaleo por una contracción que apenas dura unos segundos”.

@rafaelcerro

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