Al iniciar la semana escuchamos decir “Ya ves: de lunes”. Desmoraliza comprobar cómo el chancro lingüístico “de lunes”, una fórmula huera que ni significa nada ni permite expresar ninguna idea inteligente más allá de una confesión de desidia, se contagia tan rápido como cualquier otra expresión incorrecta. Algunos sindicalistas amigos míos completan de lunes con la dinámica expresión “Se me ha hecho muy corto”, que significa “Implantemos la semana española: dos días trabajando y cinco descansando”. El significado estricto de “liberar” es eximir a alguien de una obligación y a eso se han dedicado durante décadas los liberados: a ser brahmanes que ni trabajan ni hacen nada por los demás, con muy honrosas excepciones. Mi representante favorito no dice de lunes, más que nada porque él no viene al curro ese día, ya que casualmente tiene las horas sindicales acumuladas en él. Los martes dice “hola” y los miércoles dice “parece que me estoy resfriando; debe de ser el aire acondicionado”. Luego, ya no lo vemos hasta la semana siguiente. La tercera acepción del verbo liberar en el diccionario de la Academia es “Desprender, producir, secretar” y a mí me parece muy poética la expresión “secretar liberados”. Considero inadecuado el verbo excretar.
El bucle melancólico del sindicalismo español consiste en plañir exigiendo derechos sin reconocer jamás ninguna obligación laboral. Conocí a un sindicalista alemán de una compañía automovilística: sabía negociar, preparaba las reuniones, lo vi desarbolar dialécticamente a un directivo, iba correctamente vestido y se peinaba. Utilizaba chanclas, pero sólo en la piscina. Los estudios realizados hasta ahora por los etólogos no han podido demostrar que yendo en chanclas se defienda mejor a los trabajadores, aunque no soy un experto en este calzado ni ansío serlo por el momento. Algunos italianos con los que coincidí, en cambio, pasaban tanto tiempo contándonos lo mucho que trabajaban que no les daba tiempo a trabajar.
Éste es un país cansado en el que curramos cuando coincide que no hay un puente, que no tenemos que acompañar a nuestra anciana madre al hospital, que no nos ha dado hora el proctólogo y que los astros se alinean favorablemente. Por eso se ha impuesto el barbarismo cansino, que restalla por todas partes como cualquier otra estupidez de moda. Cansino significa cansado. Como en “paso cansino”, el paso de un burro o el de estos amigos de los que hablábamos antes. Pero se lo estamos aplicando a quienes nos producen hastío. Para eso debemos decir “pesado” o “plasta”, pero no “cansino”.
Más vida en @rafaelcerro
Lenguaje Español Rafael Cerro Merineroel