Mi hija hojea una revista para preadolescentes que ofrece tres opciones de atavío para la parte inferior del cuerpo. La cría puede elegir entre shorts, leggins o jeans llevando siempre en la parte de arriba una simple T shirt:
Veo la tele mientras ella pasa páginas y se ilusiona. Terminan Mad Men y Masterchef Junior, un estupendo talent show sobre críos. Zapeo y las otras televisiones ofrecen La Voz Kids, un par de remakes y un reboot de Expediente X. La última opción es The Walking Dead, pero ya vi en internet un spoiler y no me interesan los zombies con el final reventado. Pulso el off del mando a distancia y salgo a hacer running. Antes del running practicaba el jogging. Antes de hacer jogging, simplemente corría, pero no con sudadera como ahora, sino con un wind stopper que abriga mucho más. Me cruzo con una chica de unos veinticinco años que también hace running. Es preciosa y va haciendo deporte vestida como una celebrity: con camiseta de colorines, visera y leggings de lenguaje silencioso. Cuando regreso, todos votamos si preferimos ir a jugar al pinball o al bowling del barrio, que está donde se encontraba la antigua bolera. En el mismo complejo están construyendo un sing along que sustituirá al antiguo karaoke que se había quedado anticuado, pero ha habido un problema con los pagos y todo está en stand by. El centro es muy cool y allí también se puede ir de shopping, aunque la verdad es que ahora todo el mundo compra online desde casa. Para ganar dinero de verdad, la clave es internet. Mi hijo mayor sólo ha cumplido veintitrés, pero ya tiene cuatro mil followers en Twitter y es un youtuber experto y un blogger famoso. Dice que quiere convertirse en influencer y vivir de ello.
Si yo vuelvo a nacer, estudiaré para dating coach; lo que antes se llamaba mamporrero.
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