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Un monstruoso «bumerang» de gas se precipita contra nuestra galaxia

Un monstruoso «bumerang» de gas se precipita contra nuestra galaxia
José Manuel Nieves el

Mide 11.000 años luz de largo y viaja a más de un millón de km. por hora.

Un equipo de astrónomos del Telescopio Espacial Hubble acaba de descubrir que el viejo dicho de que “todo lo que sube tiene que bajar” puede aplicarse también a la enorme nube de hidrógeno que hay en las cercanías de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Invisible al ojo humano, la inmensa nube de gas, en efecto, está cayendo en picado hacia nuestra galaxia. Y a una velocidad superior a un millón cien mil km. por hora. El trabajo se publica en The Astrophysical Journal Letters.

Aunque se conocen cientos de nubes de hidrógeno zumbando a gran velocidad en los alrededores de la Vía Láctea, la llamada “Nube de Smith”, descubierta a principio de los 60 por el estudiante de Astronomía Gail Smith, es la única de la que se conoce bien su trayectoria. Anteriores observaciones sugieren que, hace unos 70 millones de años, la nube fue “lanzada” fuera de la galaxia desde su región más externa. Y ahora está volviendo a “caer” a toda velocidad, como si se tratara de un bumerang gigantesco que vuelve a su punto de origen. Se espera que la nube haga impacto dentro de “solo” unos treinta millones de años. Y los astrónomos creen que, cuando lo haga, prenderá una espectacular “traca” galáctica durante la que se formarán no menos de dos millones de nuevas estrellas.

“La nube es un ejemplo de cómo la galaxia cambia a lo largo del tiempo -explica Andrew Fox, del Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial y director de la investigación-. Y nos está diciendo que la Vía Láctea es un lugar muy activo y burbujeante, donde el gas puede ser expulsado en una parte del disco para volver a caer en otra”.

De esta forma, “la galaxia está reciclando su gas a través de estas nubes (la de Smith es solo un ejemplo), y seguirá formando estrellas en lugares diferentes en los que lo hacía antes. Las mediciones del Hubble de la Nube de Smith nos están ayudando a visualizar lo activos que son los discos galácticos”.

La Nube de Smith tiene forma de cometa, aunque gigantesco. Mide, en efecto, 11.000 años luz de largo y 2.500 años luz de ancho. Si pudiera ser observada en el rango de la luz visible, la veríamos brillar en el cielo con un diámetro aparente treinta veces mayor que el de la Luna llena.

Los astrónomos siempre han creído que la Nube de Smith, que no contiene estrella alguna, podría ser una galaxia malograda, un “intento fallido” que no consiguió completar su evolución. O quizá una simple nube de gas formada en el espacio intergaláctico y que ahora ha sido “capturada” por la gravedad de nuestra Vía Láctea. Pero si cualquiera de estas dos hipótesis fuera cierta, la nube estaría formada, principalmente, por hidrógeno y helio, los gases primordiales del Universo. Y no es así. De hecho, contiene prácticamente los mismos elementos que se pueden encontrar en el Sol, lo que indica que tuvo que formarse dentro, y no fuera, de nuestra propia galaxia.

Los investigadores han utilizado el Telescopio Espacial Hubble para medir, por primera vez, la composición química de la gigantesca nube y determinar, por fin, su procedencia. Para ello, el equipo se centró en el análisis de la luz ultravioleta emitida por los núcleos brillantes de tres galaxias activas que se encuentran a miles de millones de años luz de distancia. Y gracias a uno de los instrumentos del Hubble (el Espectrógrafo de Origen Cósmico) estudiaron cómo esa luz lejana se comporta al atravesar la nube, quedándose “impregnada” con las huellas de los elementos que la componen.

En particular, los científicos buscaron azufre, un elemento que puede absorbercon facilidad la luz ultravioleta. “Midiendo el azufre, podemos comparar el porcentaje de sus átomos en la nube con los que están presentes en el Sol”. El azufre, en resumen, es un buen indicador de la cantidad de elementos pesados que residen en la nube.

Está de vuelta

Y lo que los científicos encontraron es que la Nube de Smith contiene el mismo porcentaje de azufre que el disco externo de la Vía Láctea, una región que se encuentra a unos 40.000 años luz de distancia del centro galáctico (15.000 años luz más lejos del centro de lo que está nuestro Sistema Solar). Lo cual indica que la nube de gas no está formada solo de hidrógeno y helio (que son los materiales originales del Universo), sino que está “enriquecida” con los elementos que se forman en el interior de las estrellas y que se liberan al espacio cuando éstas estallan en forma de supernovas. En otras palabras, si la Nube de Smith se hubiera formado fuera de nuestra galaxia, o si fuera una galaxia fallida, sólo contendría hidrógeno y helio. Pero la presencia de elementos pesados indica que se formó dentro de nuestra galaxia, fue expulsada al exterior y ahora está volviendo como si se tratara de un gigantesco bumerang.

Aunque la investigación resuelve el misterio del origen de la Nube de Smith, plantea nuevas preguntas: ¿Cómo llegó la nube hasta donde se encuentra ahora? ¿Qué clase de evento catastrófico podría haberla catapultado hasta tan lejos? ¿Y cómo ha conseguido mantenerse tan compacta? ¿Podría ser, quizá, que una región de materia oscura pasara a través del disco y le arrancara a nuestra galaxia una porción de su gas?

Preguntas que por ahora no tienen respuesta. Solo futuras investigaciones podrán resolverlas en el futuro.

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