Para los científicos ya no resulta un misterio el hecho de que un buen número de enfermedades, desde el sida, la rabia o a la gripe aviar, sean capaces de pasar de los animales al hombre. No sucede lo mismo, sin embargo, con las plantas. De hecho, no se conoce ningún virus padecido por las plantas que sea capaz de infectar a los seres humanos. Hasta ahora. Un grupo de investigadores de la Universidad del Mediterráneo en Marsella, dirigidos por Didier Raoult, sostiene que un virus de tamaño medio y que es habitual en diversas variedades de pimiento es capaz de causar fiebres, escozor y dolores de cabeza a las personas. Si la investigación es validada por otros grupos independientes, sería la primera vez que se demuestra que un virus de las plantas puede causarnos problemas de salud.
Y no es que los seres humanos no entremos en contacto con los virus que afectan al reino vegetal. Más bien todo lo contrario. Los virus de plantas aparecen de forma rutinaria en nuestras heces, lo cual significa que los ingerimos junto a vegetales enfermos y que los mantenemos con toda normalidad un cierto tiempo dentro de nuestro cuerpo, en el aparato digestivo. Sin embargo, nunca se ha demostrado que uno de esos virus vegetales tenga efectos perjudiciales para nosotros. Basados precisamente en esa presencia “silenciosa” y con la vista puesta en un virus concreto que afecta a los pimientos, Raoult preguntó a 304 personas sobre la frecuencia con que padecían fiebre, dolor abdominal, irritación de piel y otros transtornos comunes.
De los 304 pacientes, los 21 que tenían en sus heces el pepper mild mottle virus eran mucho más propensos a padecer algunos de los trastornos. Algo que Raoult y su equipo achacan sin dudar a la acción del virus. Los resultados de su estudio aparecen en un artículo publicado por la revista PLosONE.
No todo el mundo, sin embargo, está completamente convencido de que realmente exista una conexión directa entre esos virus vegetales y los síntomas mostrados por los pacientes. Algunos, por ejemplo, aseguran que los virus no disponen en sus membranas de la “llave bioquímica” necesaria para penetrar en las células humanas y, como consecuencia, infectar a las personas. Incluso la gran variedad de síntomas seleccionados por Raoult para su estudio podría dar lugar a variaciones aleatorias en sus resultados. Es decir, que la aparición de determinados síntomas podría ser una consecuencia estadística y no achacable por lo tanto a la acción de los virus en sí.
Raoult, por supuesto, defiende su trabajo y asegura que lo que él ha observado no es una infección de células humanas, sino interferencias accidentales entre los ARN de virus y de humanos, lo cual es bien diferente. Es posible, sostiene Raoult, que el virus no infecte directamente a las células, como es habitual, sino que su ARN altere las funciones celulares a través de un mecanismo parecido a la interferencia de ARN, en el que la simple presencia de ciertas secuencias genéticas es suficiente para apagar o encender genes.
Con todo, el equipo de Raoult sigue trabajando para obtener evidencias más directas de lo que podría ser uno de los mayores logros de la historia reciente de la medicina.