Puede que muchos no lo recuerden, pero el pasado 11 de Abril la noticia saltó a los principales medios de comunicación de todo el mundo: la Beresheet, un «aterrizador robótico» israelí, diseñado para posarse suavemente en la Luna, acabó por estrellarse contra su polvorienta superficie. Sus restos quedaron diseminados para siempre alrededor del lugar del impacto e Israel firmaba su fracaso, por ahora, en su intento de pertenecer al selecto club de países que han conseguido aterrazar en nuestro satélite.
Lo que nadie sabía hasta ahora, sin embargo, es que además de una bandera israelí, un CD con la historia del Holocausto y varias muestras de ADN (incluído el humano) la nave transportaba, también, todo un cargamento de pequeñas formas de vida deshidratadas conocidas como tardígrados, también llamados «osos de agua».
Leer AQUÍ el artículo completo
Ciencia