Cuando Rubalcaba obtuvo en noviembre de 2011 el peor resultado electoral de la historia reciente del PSOE y el ex vicepresidente de Zapatero decidió seguir al frente del partido, podÃa intuirse una dura y compleja travesÃa del desierto, y más por el pesadÃsimo lastre de hacer oposición con la economÃa (de poco más se puede hablar) después de haber contribuido en primera persona a poner a España contra las cuerdas. Pero era más difÃcil de predecir que en poco más de un año el Partido Socialista iba a ser el partido más castigado por la crisis, más incluso que un PP que está sufriendo un gran desgaste por la serie de medidas impopulares adoptadas en esta larga y crispada legislatura. Literalmente zarandeado por la indefinición y por el creciente fortalecimiento de otras opciones pegadas al populismo en la calle, especialmente IU pero también en parte UPyD, el PSOE en este momento es un barco a la deriva, sin carta de navegación ni rumbo fijo y con un capitán que está perdiendo los últimos valores que podÃa esgrimir: la moderación y el sentido común.
La iniciativa expropiadora de viviendas vacÃas anunciada por Elena Cortés, consejera de Izquierda Unida en el Gobierno andaluz, por responder directamente a la presión de las plataformas de la izquierda popular y por arrastrar a un Gobierno autonómico primero, y más tarde a todo el PSOE, que lo ha incorporado a su propia estrategia y acción polÃticas, marca un antes y un después en el desvarÃo de un partido grande que se muestra cada vez más pequeño. Si los socialistas están convencidos de que ese tipo de polÃtica es la adecuada, mal, porque podÃan haber tomado la iniciativa antes que IU; si no lo están, peor, porque es casi dramático para un partido al que algunos sitúan ya en los 80 diputados (en noviembre de 2011 ya obtuvo unos raquÃticos 110) que la formación de la izquierda radical la marque el camino. Pero, ni siquiera es un hecho aislado. El penoso comportamiento en el Congreso del ex alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, señalando a gritos desde su escaño a la bancada popular, aunque acertadamente llamado al orden por Manuel Chaves, vino a mostrar la imagen de un PSOE radical y, lo que es peor, sin criterio, capaz de conectar también en las peores formas con la consejera andaluza, partidaria abiertamente de que los altos cargos del PP sufran acoso hasta que se solucione el problema de los desahucios.
Cada dÃa que pasa, el problema para el PSOE se acrecienta. Es verdad que el PP, también mermado por la tremenda gestión de la crisis y desgastado por los casos de corrupción como la mayorÃa de los partidos de gobierno en estos tiempos de zozobra, tiene por delante un camino de espinas al menos hasta 2014, si es que entonces, al fin, se empieza a crear empleo. Pero, a la ventaja de un partido más sólido internamente, unido en torno a contundentes mensajes de defensa de su polÃtica como los de la secretaria general, MarÃa Dolores de Cospedal, ayer domingo en ABC, se le suma ahora la concesión del centro polÃtico, de la clase media socioeconómica y del votante moderado, que se alejará cada vez más firmemente de las propuestas procedentes de la calle a medida que éstas se radicalicen. Una cosa es comprender y hasta simpatizar con principios justos de evitar que alguien se quede sin casa y en la calle, y otra adherirse electoralmente a programas y fórmulas de un pretérito fracasado.
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