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Blogs Las aventuras de una madre primeriza por Teresa Zafra

La lactancia materna

Teresa Zafra el

La lactancia materna está de moda. Es una realidad, y, aunque además la totalidad de los médicos nos dicen que es el mejor alimento para el bebé, no podemos negar el hecho de que es una tendencia que, a día de hoy, está en alza.

No me malinterpretéis, pues creo que esto en realidad es bueno, porque hace que dispongamos de muchísima información, de  gran cantidad grupos de apoyo, de muchos expertos dispuestos a ayudarnos  y que exista una  tolerancia social cada vez mayor hacia las madres en periodo de lactancia.

Yo, no os podría decir si alentada por la moda o no, tomé durante el embarazo la decisión de dar el pecho a mi futuro hijo. Compré discos de lactancia para llevarme al hospital, me leí todos los libros que cayeron en mis manos  y hasta tomé apuntes la  clase de preparación al parto en la que tratamos este tema.

A pesar de que Martín nació por cesárea, empecé con la lactancia materna y, desde mi inexperiencia, me pareció que no estaba yendo del todo mal. Una semana después, la pediatra descubrió que el bebé perdía peso en lugar de ganarlo y me animó a hacer un esfuerzo extra para poder superar el bache: “Póntelo mucho al pecho, estímulalo todo lo que puedas para que la leche acabe de subir”.

Tras  pasar una semana completa con el peque literalmente pegado a mi pecho, e llegamos a una conclusión: la lactancia materna iba mejor pero el bebé empezaba a tener cólicos.

Como me imagino que es normal en los padres primerizos, la siguiente visita a la pediatra nos hizo descubrir que las conclusiones a las que habíamos llegado en casa eran completamente erróneas: la lactancia no iba bien  y el bebé no lloraba por cólicos sino por hambre.

Para garantizar la salud del bebé, nos vimos obligados a  introducir biberones de apoyo  y nuestro trabajo se multiplicó por dos de repente: pecho  y biberón cada vez, sin casi dejarnos espacio entre una toma  y la siguiente.

Además, esta solución tampoco nos resultó ideal, porque la prescripción literal de la pediatra había sido la siguiente: “Complétale con biberón las tomas de pecho”, y, a nosotros, esto de completar “a ojo” se nos daba fatal: ¿Cómo íbamos a completar sin tener ni idea de cuanta leche sacaba el peque de mi pecho?

¿La solución? Un extractor de leche. Con él sacábamos mi leche  y se la dábamos al bebé en biberones, para así saber cuánta leche materna tomaba y cuánto tocaba completarle con leche artificial. Por supuesto, os diré que sin un buen extractor la cosa habría sido una tortura,  y sin un biberón adecuado es muy probable que el bebé no hubiera sabido compaginar ambas cosas. El descubrimiento que nos salvó la vida fue la línea de la marca Medela: extractor eléctrico  y el biberón Calma, con el que el bebé tiene que succionar de la misma forma que lo hace para sacar leche del pecho.

Con estas ayudas conseguimos prolongar la lactancia mixta hasta que Martín tenía algo más de dos meses. Puede parecer poco, pero nosotros, después de tantas dificultades, lo consideramos un triunfo.

Desde hace mes y medio alimentamos al bebé solamente con leche artificial. Fue una decisión conjunta que tomamos mi marido y yo, motivada principalmente por un deseo de mejorar la calidad de nuestra relación con el bebé. Nos llevaba tanto tiempo y esfuerzo intentar que nuestro hijo se alimentara en la mayor medida posible de leche materna, que los nervios y la desesperación  aparecían en más ocasiones de las deseables.

Después  de pasar a una lactancia exclusivamente artificial, a pesar de echar de menos el momento de tener al peque en el pecho, nuestra ánimo mejoró considerablemente. Martín dejó de tener rabietas por hambre, pasó a ser un bebé completamente feliz y risueño y a dormir mucho mejor.

Nosotros empezamos a poder salir más con él sin importarnos tener que darle de comer, porque las tomas, en lugar de llevarnos una hora (pecho+biberón), pasaron a costarnos diez o quince minutos. Invertimos nuestro tiempo con el bebé en jugar, reírnos o dormir abrazados, y los tres lo disfrutamos de verdad.

Sigo siendo defensora de la lactancia materna, pero siempre que funcione y que no suponga un trauma para los padres o el bebé. En mi caso, me siento liberada porque dar el pecho  fue para mí un esfuerzo enorme apenas recompensado.

He recibido algunas críticas, entre ellas de la enfermera que le puso las vacunas a Martín, porque hay gente que no ve más allá de la lactancia materna. No dar el pecho a tu hijo no te convierte en una mala madre. Defiendo la idea de que los profesionales defensores de la lactancia materna deben, de igual forma, entender, apoyar y respetar  a las madres que, como yo, no encuentran la fórmula para poder dar a sus hijos el pecho con normalidad, e incluso a las que libremente deciden no dar el pecho en ningún momento. Dar el pecho a un hijo es un sacrificio enorme que honra a las madres que deciden hacerlo, pero que  en ningún caso debería criminalizar a las que no se sienten con fuerzas para implicarse hasta ese punto.

La libertad para elegir pertenece a la madre y, por muchos consejos que puedan daros, la última palabra es vuestra. En mi corta experiencia, sí que puedo dejaros un pequeño consejo: aunque deis el pecho a vuestro hijo, os recomiendo combinar algún biberón casi desde el principio, ya sea de vuestra propia leche o de leche artificial, porque os dará libertad a la hora de poder dejar al bebé con alguien o incluso de dormir una noche completa si alguien os ayuda. Gracias a que tenemos biberones en el mercado que imitan muy bien el pecho materno no hace falta tener ningún miedo, y, sobre todo, evitaremos las complicadas situaciones que surgen cuando, pasados unos meses, intentamos dar un biberón a un bebé que no conoce nada más allá del pecho materno.

Por supuesto, se trata solo de mi humilde opinión, pero, como os contaré la semana que viene, Martín utiliza cuatro marcas diferentes de biberón desde que tenía unas tres semanas de vida, y a día de hoy es un bebé todoterreno.

Espero que uséis los comentarios para contarme vuestras experiencias personales!

 

PD: Si queréis leer otras experiencias bloggeras sobre lactancia materna, podéis ver aquí los posts de Lucía, de Mamá Vaca y La mamá de Sara

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