Peregrinos a La Meca en AVE
Pensaba escribir hoy el blog sobre la visita de Trinidad Jiménez a Marruecos, donde, en el conflicto saharaui, ha vuelto a situarse claramente del lado marroquí frente al Polisario, al alabar el Plan de Regionalización Avanzada, diseñado por Mohamed VI, que comenzará precisamente en el Sahara Occidental. No creo que a los saharauis les haya hecho mucha gracia la declaración de la ministra española de Exteriores, pero en fin, no deja de ser más que una afirmación más en la línea de las que ha hecho el Gobierno de Zapatero desde que llegó a La Moncloa.
Sin embargo, creo que, más que las palabras de la ministra, tiene hoy mucha importancia la decisión de Arabia Saudí de conceder a un consorcio de una docena de empresas españolas la construcción del AVE entre Medina y La Meca. Dentro de unos años, millones de peregrinos musulmanes llegarán a la ciudad santa del Islam cómodamente sentados en los trenes que Talgo facilitará la línea de Alta Velocidad que se desarrollará a lo largo de
Verdaderamente, en un momento en que España se encuentra con el agua al cuello y es examinada con lupa en Europa, el contrato, que supera los 6.700 millones de euros supondrá un alivio para las empresas implicadas. Tres públicas (Renfe, Adif e Ineco) y nueve privadas: Cobra (ACS), Consultrans, Copasa, Imanthia, Inabensa, Dimetronic, Indra y Talgo, además de OHL, que parece que va en un “joint venture” con el grupo empresarial de la familia de Bin Laden, muy poderosa en Arabia Saudí.
Es decir, la operación es un auténtico “pelotazo”, en términos coloquiales, y ha habido que sudar la camiseta para conseguir la adjudicación, porque había importantes competidores. Su Majestad el Rey no ha sido ajeno a los movimientos encaminados a convencer a los saudíes. Don Juan Carlos tiene una muy buena relación con el rey Adbala de Arabia Saudí, y su papel ha sido importante. El monarca saudí ha tenido la deferencia de autorizar el anuncio de la adjudicación definitiva del contrato el mismo día en que llegaba a Riad el Príncipe de Asturias para asistir a las honras fúnebres por la muerte del príncipe heredero, Sultan bin Abdulaziz.
Y ha habido estos días otro elemento, que también ha podido ayudar a la resolución final a favor del consorcio español. Se trata de la presencia de España entre los firmantes de la constitución en Viena del Centro Internacional Rey Abdalá bin Abdelaziz para el Diálogo Interreligioso e Intercultural. El Gobierno español, junto con el austriaco, se sumó de manera entusiasta a la iniciativa saudí, que enmarca dentro de su famosa Alianza de Civilizaciones, y que, sin embargo, ha tenido muchas críticas en algunos países europeos, porque no es Arabia Saudí, precisamente un ejemplo de tolerancia religiosa –no hay un solo templo cristiano autorizado en el país- ni desde luego se encuentra a la vanguardia del respeto a los derechos civiles, entre ellos los de las mujeres.
Claro que, cuando hay en juego 6.700 millones de euros, resulta más fácil mirar para otro lado. Es algo a lo que los gobiernos occidentales nos tiene desgraciadamente muy acostumbrados.
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Arabia Saudí