La visita que el presidente de Israel, Reuven Revlin, acaba de realizar a España, se ha saldado con un más que positivo resultado. Las autoridades israelíes han sabido rectificar a tiempo una posición equidistante sobre la crisis en Cataluña, que resultaba difícilmente comprensible para España.
Las palabras de Rivlin, tanto en el brindis de la cena de gala que le ofrecieron los Reyes en el Palacio Real, como ante el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en La Moncloa, y en el Senado ante los parlamentarios españoles despejaron cualquier asomo de ambigüedad. Israel considera que en España hay un único Estado.
Las amistades tejidas con Cataluña a lo largo de los últimos años no pueden ser una excusa para poner en riesgo la relación con un país, como España, con quien el pueblo de Israel tiene tantos lazos históricos. Si el establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel hace treinta y un año fue un proceso complejo y delicado, hoy se puede decir que resultó un acierto terminar con lo que era una anomalía.
España e Israel no han hecho más que consolidar las relaciones económicas y culturales y, si bien es cierto que las políticas tienen sus vaivenes, también lo es que nunca se han visto inmersas en crisis serias. El Gobierno israelí no puede pretender que España de la espalda a la causa palestina o deje de denunciar actuaciones que no considera adecuadas. Nuestros gobernantes, a su vez, deben ser conscientes de las necesidades de garantizar la seguridad de sus habitantes que tiene Israel, frente a las agresiones de grupos como Hamas que tiene más de terroristas que de políticos.
Tiene, probablemente, Israel algunas quejas que presentar a España, pero la forma de hacerlo no podía ser eludir el respaldo en algo tan serio como el desafío secesionista catalán. Afortunadamente, ha sabido rectificar a tiempo, evitando que la esperada visita de Estado de un presidente de ese país a España, la primera en los últimos 25 años, se celebrara en un clima enrarecido. La actitud de Rivlin y su carácter afable han contribuido. además, al buen desarrollo de la visita.
España, por su parte, debería sacar de todo esto, la enseñanza de no ceder a las presiones de grupos izquierdistas empeñados no solo en criticar cualquier acción del Gobierno israelí, sino también el negar el derecho a la existencia del propio Estado de Israel.
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