Uno de los objetivos más claros que se ha marcado en los últimos meses el Gobierno en materia de política exterior es tratar de recuperar el nivel de relaciones que había venido manteniendo España con Irán antes de que la comunidad internacional impusiera al régimen de Ahmadineyad las sanciones de 2012. El Ejecutivo español secundó las medidas, pese a que ello le supuso tener que buscar fuentes alternativas de suministro de petróleo. España era el principal cliente europeo de Irán, en materia de petróleo, con 196.000 barriles al día. Desde allí nos llegaba el 14,7 por ciento del crudo que consumíamos. Solo Rusia estaba por delante.
No es de extrañar que en cuanto reabrió la posibilidad de un levantamiento parcial de las sanciones, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, se aprestara a volar a Teherán para hablar con las nuevas autoridades iraníes, más abiertas a un entendimiento con occidente en la cuestión nuclear. Ahora se anuncia que el titular de Exteriores iraní, Mohamed Yavad Sharif, va a viajar a Madrid, quizás este mismo mes, en su primer desplazamiento oficial desde que el presidente Hasán Rohani llegó al cargo en agosto. Rohani, por cierto se vio también en Naciones Unidas con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el mes de septiembre.
El intento español de volver a la situación vivida en las dos últimas décadas, antes de las sanciones puede tropezar, sin embargo, con algún efecto no deseado, como se indica en un interesante informe publicado en “The Diplomat in Spain”. Al tener que buscar nuevos suministradores, España miró, entre otros países, hacia Arabia Saudí, con quien, como consecuencia de ello, aumentaron sensiblemente las relaciones comerciales. Tanto es así que las exportaciones de España a ese país se triplicaron en el año 2013 y se consiguió para un consorcio de empresas españolas la adjudicación de la construcción del AVE la Meca-Medina, un contrato de 6.700 millones de euros.
El reto para la diplomacia española es intentar recuperar la relación con Teherán, sin perder lo conseguido con Riad, pero la misión no se presenta nada fácil, sobre todo porque se trata de dos países enfrentados por la hegemonía en la región.
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