Pasado el sofocón de la eliminación en Champions y el adiós a la Liga, todo en apenas cuatro días, toca sentarse y reflexionar. En la historia del Real Madrid hay muy pocos precedentes de entrenadores que hayan continuado en el banquillo del Santiago Bernabéu tras una temporada en blanco, como la que va a completar Ancelotti este curso. La Supercopa de Europa y el Mundialito de Clubes son títulos que suman y dan mayor notoriedad a lo ya conquistado anteriormente, pero por lo que se mide a un equipo top es por la Champions, la Liga y la Copa de su país. Y ahí, no hay paños calientes: el Madrid no ha estado a la altura.
Dicho esto, no creo que la solución para encarar la próxima temporada con mejores perspectivas sea echar a Ancelotti. Este año el italiano no ha estado acertado a la hora de rotar a la plantilla, situación que ha conllevado una excesiva carga de minutos al once titular, un curso de muchas e importantes lesiones y un mal estado físico del equipo en los meses decisivos. En la planta noble tampoco se libran de su cuota de responsabilidad. Está bien eso de tener lo mejor de cada escaparate, pero si en el banquillo solo tienes medianías, es imposible afrontar nueve meses al cien por cien. Cada vez que Ancelotti miraba al banquillo perdía una semana de vida.
Por lo tanto, como la bola de cristal del fútbol no le asegura a Florentino que la próxima temporada sin Carlo (y con Zidane, Kloop o quién decida el presidente) el Madrid vaya a lograr la Undécima, la Liga, ambas o, incluso, el triplete, no veo ninguna razón para cambiar de director, pese al fiasco de esta temporada.
Ancelotti trajo cuatro títulos en 2014 y se ha quedado en blanco en este 2015, pero no es solo cuestión de levantar trofeos. El italiano le ha dado al club una cantidad de intangibles impagables. Su famosa ‘mano blanda’ ha devuelto el señorío, la armonía y la grandeza al club, plantilla y entrenador son una piña (tema básico para recoger éxitos) y el equipo tiene una idea de juego atractiva. De necio no tiene nada Carlo y estoy convencido de que cuando haga balance de la temporada, sabrá leer a la perfección sus errores para no repetirlos en la próxima. Eso tampoco asegura al Madrid títulos, pero si cada año que el club se quede en blanco la montaña rusa se va a poner en funcionamiento, la entidad de Concha Espina vivirá perennemente en un sube y baja que está comprobado que conduce más rápido hacia la derrota que hacia la victoria.
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