“Reputación y generación de valor en el siglo XXI” (LIBRO) por Jorge Cachinero en libros.com
La transformación de los modelos de negocio en el siglo XXI no es un proyecto más que los directivos de las compañías deban abordar en un trimestre dado, en un ejercicio determinado, para cubrir el expediente, para marcar la casilla y para pasar, a continuación, a ocuparse de otras tareas.
No es un capricho, ni es una elección más, entre otras muchas, para los líderes empresariales. Es un imperativo, que no tiene fecha de inicio, ni fecha de conclusión.
En los últimos años se ha insistido ad nauseam en que esta transformación debería ser, fundamentalmente, digital. De hecho, así ha llegado a conceptualizarse: transformación digital. Algunos han intentado limitarla al cambio en los modos y en las maneras en que las empresas deberían utilizar las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación para presentar sus promesas de valor al mercado.
Las transformaciones a las que tienen que hacer frente los directivos del siglo XXI, sin embargo, son más profundas y no, necesariamente, estéticas: deben cambiar completamente los modelos de negocios que lideran. La alternativa es caer en la irrelevancia ante los consumidores y, eventualmente, desaparecer de los mercados.
La tecnología representa sólo un cuarto de dichas transformaciones. El resto tiene que ver con las personas.
En primer lugar, clientes y consumidores han de ser la verdadera guía de los necesarios cambios por abordar.
Clientes y consumidores deberían ser escuchados activa y atentamente para que los modelos de negocio del siglo XXI puedan anticipar sus auténticas necesidades y exceder la satisfacción de éstas.
Además, a clientes y a consumidores hay que buscarlos y hay que encontrarlos en sus entornos naturales -físicos o virtuales- y tratar de obtener de ellos la legitimidad suficiente para ganarse el derecho a participar en el ecosistema de sus relaciones, de sus conversaciones, de sus intercambios y de sus plataformas en las que socializan con otros como ellos.
Para ello, los modelos de negocio deben estar everyplace, como expresa, de forma muy relevante para el mundo en el que vivimos hoy, el llamado modelo de las 4Es –Experience, Exchange, Evangelism, Everyplace-, formulado, en 2008, por Christopher Graves, y ya no, el tradicional de las 4Ps –Product, Price, Promotion, Placement– del marketing mix, creado en 1960, y popularizado, desde entonces, por Philip Kotler y su escuela de seguidores.
Éste es el profundo sentido estratégico de apuesta por el everyplace que tiene la adquisición -anunciada el pasado mes de junio y que se espera que concluya a finales de este año- por parte de Amazon de la cadena premium estadounidense de supermercados Whole Foods, creada en 1980 para ofrecer alimentos sin conservantes artificiales, ni colorantes, ni saborizantes, ni dulcificantes, ni grasas hidrogenadas.
En segundo lugar, las transformaciones de los modelos de negocio tienen que ver con la calidad del liderazgo de las organizaciones.
Los líderes corporativos han de ser los auténticos campeones de dicha transformación. De lo contrario, ésta nunca se llevará a cabo.
En tercer lugar, la transformación de los modelos de negocio obliga a la modificación del diseño de la estructura y del comportamiento dentro de las organizaciones.
De nuevo, éste es un proceso donde los seres humanos, y no, la tecnología, son el epicentro alrededor del cual han de gravitar todos los esfuerzos.
Las organizaciones deben achatarse y perder el carácter jerárquico tradicional, que es más propio de las empresas herederas del modelo fordiano y taylorista de organización del trabajo posterior a la primera revolución industrial y a la mecanización de la producción industrial en masa.
Las organizaciones, también, deben promover y celebrar las actitudes disruptivas, creadoras e innovadoras de sus colaboradores, identificar y desarrollar el talento y el liderazgo de calidad e íntegro y hacer posible la simbiosis natural, sin rozamientos, dentro de sus estructuras, de personas de distinta edad, de distinta experiencia, de distinto género o de distintos orígenes social, racial, étnico o religioso.
Finalmente, las transformaciones de los modelos de negocio del siglo XXI deben enrocarse en torno a la tecnología. Sin embargo, ésta no debe convertirse en un fin en sí mismo, sino, un medio para conseguir todo lo anterior. La tecnología debe adaptarse a medida de las necesidades de cada organización y de sus estrategias. No existe un modelo preconcebido en el que encajen y que asegure el éxito de todas éstas.
En definitiva, la transformación de los modelos de negocio debe ser un viaje que permita a las organizaciones entender mejor el contexto en el que los consumidores y los clientes usan y consumen productos y servicios, el ciclo de vida de productos, de servicios y de clientes y de consumidores, qué están haciendo las organizaciones y las marcas best in class en el mercado y cuáles son las tendencias sociales que están moldeando y moldearán las expectativas de los stakeholders de las organizaciones.
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