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Regreso de la Guerra Fría al Sahel y al Magreb

Regreso de la Guerra Fría al Sahel y al Magreb
Jorge Cachinero el

Las ondas expansivas del bombardeo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre Libia, de 2011, continúan sintiéndose hoy en el Sahel y en el Magreb.

Aquellas acciones de la Alianza Atlántica estuvieron encaminadas, formalmente, a proteger a los civiles libios atrapados en medio de una guerra civil, que había estallado como parte de un fenómeno más amplio de cambio de régimenregime change, por su denominación original en los círculos de poder de la política exterior estadounidense- a lo largo y ancho del mundo árabe, a través de una suerte de revolución de colores, que se acabó conociendo como la primavera árabe.

Sin embargo, en el fondo, lo que la OTAN perseguía, ilegalmente, era derrocar al régimen de Muammar Gaddafi, en una de sus múltiples operaciones ofensivas, iniciadas con el bombardeo de la República Federal de Yugoslavia de 1999, que han salpicado las dos primeras décadas del siglo XXI, mientras la OTAN, un muerto viviente, ha seguido buscando un propósito que justifique su existencia tras el colapso de la Unión Soviética y la desaparición del Pacto de Varsovia.

La interferencia de la OTAN en la guerra civil de Libia ayudó a derrocar al coronel Gaddafi en 2011.

Bombardeo de la OTAN sobre Libia

Sin embargo, aquella intromisión de la OTAN hizo, también, desaparecer el Estado libio y abrió paso a una guerra civil, que continúa, todavía hoy.

Asimismo, dicha operación de la OTAN trasladó, además, la desestabilización creada en Libia al Sahel -a Mali, a Burkina Faso y a Senegal-, ya que provocó una llegada masiva de armas a Mali, traídas por mercenarios malienses, que habían sido contratados, en su día, por Gaddafi.

Mercenarios Tuareg de Gaddafi combatiendo en el Sahel

Desde hace una década, Francia y, por extensión, el resto de países de la Unión Europea (UE), que han estado colaborando con ella para evitar que el Sahel se convirtiera en el “corredor de todas las amenazas” -es decir, terrorismo, drogas y migración ilegal-, de acuerdo con las palabras de un ex presidente argelino, están siendo invitados, en estos momentos, a abandonar aquellas latitudes por los países, que, originalmente, aceptaron el ofrecimiento europeo para combatir el surgimiento del terrorismo yihadista en la zona.

Así, los países que han participado, hasta ahora, en la intervención occidental en el Sahel están siendo sustituidos, a petición de los países de la región, por el Wagner Group ruso, una compañía militar privada – Private Military Company (PMC), en inglés-, de cuya llegada a Mali, los países de Occidente hacen responsable a Argelia.

Operativos del Wagner Group

Aparte de la ausencia de gobernanza y del lamentable estado de las economías de los países del Sahel, existe, desde hace años, una carrera entre potencias que pugnan por hacerse con el control de los recursos naturales -como es el caso del litio, en Mali-, que abundan en la región al sur del desierto del Sahara.

En realidad, desde los años de la primavera árabe, algunas naciones del Magreb comenzaron a mirar hacia el este, en concreto, a China, como potencial socio para sus economías, y con quien Marruecos o Túnez, aliados de Occidente en la región, comenzaron, inicialmente, a colaborar.

Argelia, por su parte, aliado tradicional de la Unión Soviética, está siendo presionado, actualmente, por Rusia y por China para mantener su cercanía con ellas.

Todo ello, en un momento en el que Marruecos ha despejado cualquier duda que hubiera podido albergar sobre dónde están sus amigos, tras el reconocimiento por parte de la OTAN de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental -de forma contraria a los intereses de Argelia en el que es un asunto clave de su seguridad nacional-, tras estrechar la cooperación militar con EE. UU. -mediante un convenio militar de 10 años, recientemente firmado- y tras haber adoptado, mediante el impulso de los Acuerdos Abraham, el reconocimiento del Estado de Israel.

Ante estos acontecimientos, Argelia necesita a Rusia y a China más que nunca, aunque EE. UU., en concreto, su secretario de Estado, Anthony Blinken, está haciendo todo lo posible para poner distancia entre Argelia y Rusia o China.

Bourita (i), Blinken (d)

No es difícil adivinar que los patrones de comportamiento y de rivalidad de la Guerra Fría podrían recrearse a lo largo y ancho del Magreb y del Sahel en los próximos años.

 

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