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Prioridades de política interna para Erdogan

Prioridades de política interna para Erdogan
Jorge Cachinero el

El presidente de Turquía, Recep Erdogan, obtuvo una gran victoria electoral el pasado 28 de mayo, que le permitió ser reelegido para la más alta magistratura del país.

En esa misma jornada electoral, la Alianza del Pueblo, dirigida por el Partido de la Justicia y del Desarrollo (AK, por sus siglas en turco) de Erdogan, en la que se incluye el Partido del Movimiento Nacional nacionalista, el Partido de la Gran Unidad y el Partido del Nuevo Bienestar (YRP, por su acrónimo en turco) ultraconservador, obtuvo una mayoría suficiente del parlamento turco.

AK consiguió 268 escaños, que, sumados a los obtenidos por el resto de los partidos de la Alianza del Pueblo, alcanzaron 323 representantes de los 600 que forman el legislativo turco.

Aunque esta mayoría no permite al nuevo gobierno abordar cambios constitucionales, si quisiera o si estimara necesario, es suficiente para que el partido de Erdogan y sus aliados ejerzan el control sobre el proceso legislativo durante los próximos cinco años.

A pesar de que la coalición de gobierno ha perdido un 7% de sus votos, con respecto a las elecciones de 2018, Erdogan tiene garantizada la estabilidad política por un lustro.

A tal efecto, Erdogan nombró su gobierno, nada más jurar su cargo como presidente ante el parlamento, durante la primera semana de junio.

El gabinete cuenta, al frente de las responsabilidades más importante, con dos nuevos ministros, Hakan Fidan, de Asuntos Exteriores, y Yasar Guler, de Defensa, con un ex ministro de Economía, Mehmet Simsek, al que se le asigna mayores competencias, al frente de Hacienda y Finanzas, y con el ascenso a la vicepresidencia de uno de sus ministros del gobierno anterior, Cevdet Yilmaz.

De forma simultánea, tras la derrota de Kemal Kiliçdaroğlu, 17 miembros de la Junta Ejecutiva Central del Partido Republicano del Pueblo (CHP, por sus siglas en turco), el principal partido de la oposición, durante su primera reunión posterior a las elecciones del 28 de mayo, presentaron su dimisión.

Sin embargo, el candidato, Kiliçdaroğlu, sigue al frente del CHP.

El próximo reto político de Erdogan y del AK se producirá en marzo de 2024, cuando se celebren las elecciones municipales.

Elecciones mayo, 2023.

Entonces, el objetivo del presidente y de su partido será recuperar el control de los grandes centros metropolitanos de Turquía, Ankara e Estambul, entre otros, que, en los últimos años, se han girado hacia las candidaturas de la oposición.

Entre 2011 y 2023, el AK ha perdido 3 millones de votantes y, en las elecciones municipales de 2019, perdió todas esas ciudades que tratará de recuperar el año que viene.

Para el AK, reconquistar la popularidad en las urbes más grandes será un gran desafío.

La economía es la prioridad número uno del nuevo gobierno de Erdogan.

Dentro de ella, se ha convertido en imperativo reconstruir la zona del país que quedó afectada por el terremoto de febrero de 2023, que le ha costado a Turquía $150 millardos y por culpa del cual fallecieron más de 50.000 ciudadanos turcos.

Febrero, 2023.

No en balde, las 500 páginas del manifiesto electoral del AK para las elecciones presidenciales del pasado mes de mayo estaba repleto de ideas sobre cómo hacer frente a esa tarea hercúlea que Turquía tiene por delante.

Con todo, Turquía está haciendo frente a la peor crisis económica de los últimos cinco años, que ha provocado la depreciación de la moneda local cinco veces, durante los últimos meses, y la inflación, que llegó a estar creciendo, en octubre de 2022, a una tasa insoportable del 85%, sigue estando muy elevada, a pesar de que, en mayo de 2023, seguía estando entre el 40% y el 45%.

Por último, Erdogan quiere resolver el problema agudo de los refugiados y de los inmigrantes ilegales al que ha hecho frente desde que comenzó la guerra civil en Siria.

La cifra oficial de refugiados y de inmigrantes reubicados en Turquía es de 7,5 millones de personas y las estimaciones oficiosas apuestan porque la cifra real sea el doble de ésta, todo ello para un país de 87 millones de personas.

Refugiados sirios en Turquía.

La sociedad turca está hastiada de este asunto y agotada por la carga que representa para la sociedad y para las finanzas públicas.

600.000 refugiados sirios han regresado desde que Assad se impuso en la guerra civil que asoló a su país durante más de una década, sin embargo, este movimiento no es más que una parte muy pequeña del problema monumental que sufren los turcos.

Erdogan no va a expulsar, sin más, al resto de los refugiados instalados en Turquía, dado que ha reconocido públicamente la dimensión humana que este envite tiene.

No obstante, su país necesita encontrar una solución respetuosa con todos los seres humanos involucrados en esta tragedia, si quiere recomponer su economía.

 

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