Misiles hipersónicos

Detrás de la mayoría de las grandes transformaciones tecnológicas, que cambian sociedades y formas de vida o de comunicación, se encuentra un esfuerzo de investigación, de desarrollo y de innovación, que, habitualmente, está residenciado en las Instituciones Militares y en el entorno de sus industrias proveedoras, cuyas sus soluciones suelen surgir, inicialmente, al servicio de sus aplicaciones militares.

A lo largo de la historia de la humanidad, por tanto, el desarrollo tecnológico modifica, en primer lugar, la forma en la que se planean y cómo se conducen las guerras.

Debe reconocerse, también, que, en cada hito histórico en el que se ha producido un salto cualitativo tecnológico y en el de sus aplicaciones militares, esas nuevas mejoras, especialmente, si tienen o pueden tener un alcance estratégico, a la par de ofrecer oportunidades, aparentemente, sin límite, pueden llegar a plantear retos geopolíticos inmensos.

Estos desafíos pueden incrementar, aunque sea temporalmente, la incertidumbre y la desconfianza entre las naciones y, con ambas, pueden aumentar los riesgos de inestabilidad o, incluso, de desencadenamiento de conflictos bélicos.

Los misiles hipersónicos son armas que reúnen todas las características anteriores.

Estos misiles responden a una transformación en la forma de planear y de conducir la guerra, cuyo origen responde a un salto cualitativo generado por tecnologías emergentes, tienen alcance estratégico y ya están provocando retos y miedos entre los países.

Sus características tecnológicamente revolucionarias son cuatro.

Los misiles hipersónicos pueden moverse a más de cinco veces la velocidad del sonido, Mach 5 y en adelante, desafiar los sistemas de alerta avanzada temprana, evitar el fuego defensivo contra ellos, dado que dibujan trayectorias difícilmente predecibles, y golpear con un increíble grado de precisión.

Durante los últimos años, países como Estados Unidos (EE. UU.), China, Rusia o India están liderando el desarrollo de este tipo de sistemas y otros, como Australia, ya han manifestado que están avanzando, de forma autónoma, los suyos.

Todo ello está incrementando las tensiones geopolíticas en el mundo por el miedo, por la incertidumbre y por la alarma que estos misiles hipersónicos crean en el planeamiento militar de las naciones.

Entre los adelantos recientes, que son de dominio público, se encuentran, por ejemplo, los de Rusia, de China y de EE. UU.

En el caso de Rusia, son conocidos el misil balístico Kh-47M2 Kinzhal -daga, en español-, el vehículo planeador Avangard o el misil de crucero 3M22 Tsirkom.

El Kh-47M2 Kinzhal es un misil balístico, disparado desde el aire, que, nada más ser lanzado, acelera a una velocidad de Mach 4, es decir, 4.900 km/h., y, aparentemente, es capaz de alcanzar una velocidad de Mach 10, es decir, 12.350 km/h.

El Kinzhal entró en periodo de pruebas, en diciembre de 2017, en el sur de la Federación Rusa.

El Avangard es un vehículo planeador hipersónico, equipado con un estatorreactor -motor de reacción que carece de compresores y de turbinas- de propulsor sólido y que, al parecer, puede alcanzar una velocidad de Mach 27, es decir, 32.202 km/h.

El Avangard está propulsado por un cohete similar al utilizado en el lanzamiento de un satélite o de una cabeza nuclear de alcance intercontinental.

Fue el propio presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, quien anunció su existencia el 26 de diciembre de 2018.

Por último, el Tsirkom es un misil de crucero hipersónico, con alerones, equipado con una variación de un estatorreactor, que permite que el proceso -una parte o la totalidad- de combustión se lleve a cabo de forma supersónica.

El Tsirkom va montado tanto sobre submarinos como sobre buques de guerra de la Armada rusa y, al parecer, su última prueba conocida es de julio de 2021.

Sobre los progresos de China en este campo, son de dominio público el DF-ZF, un vehículo planeador hipersónico experimental -al que el departamento de Defensa de EE. UU. previamente designaba como WU-14-, que ha sido probado hasta diez veces, desde 2014 hasta el momento presente; y el DF-17, un misil balístico de alcance medio, que está diseñado específicamente para transportar vehículos planeadores hipersónicos y que fue probado, por primera vez, en noviembre de 2017.

Ambos, DF-ZF y DF-17, fueron mostrados al mundo durante el desfile conmemorativo del 70 aniversario de la creación de la República Popular de China, el 1 de octubre de 2019.

Finalmente, EE. UU. tiene planeado probar, en 2023, misiles hipersónicos basados en tierra, con un alcance de unos 2.250 km., que podrían haber sido prohibidos por el Tratado de fuerzas nucleares de alcance intermedio –Intermediate-Range Nuclear Forces (INF), en inglés-, si todavía estuviera en vigor, dado que EE. UU. lo abandonó, en agosto de 2019, ante lo que consideraba que era su incumplimiento por parte de Rusia.

Asimismo, EE. UU. tiene, en estos momentos, en desarrollo los llamados Conventional Prompt Strike (CPS) de la Armada, el Long-Range Hypersonic Weapon (LRHW) del Ejército de Tierra y los AGM-183 Air-Launched Rapid Response Weapon (ARRW), Hypersonic Attack Cruise Missile (HACM) e Hypersonic Conventional Strike Weapon (HCSW) de la Fuerza Aérea.

Además, la Agencia de proyectos de investigación avanzada para la defensa de EE. UU. –Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA), en inglés- tiene en marcha tres iniciativas como son el Tactical Boost Glide (TBG), los Operational Fires (OpFires), que son tecnologías nuevas para el lanzamiento desde tierra de armas hipersónicas de alcance medio, y, en colaboración con la Fuerza Aérea, el Hypersonic Air-breathing Weapon Concept (HAWC).

Por último, es de destacar que DARPA está desarrollando proyectos en el ámbito de lo que califica como sistemas “contra hipersónicos”, como es el caso del Glide Breaker, cuyo objetivo declarado es el de crear “tecnología crítica que permita desarrollar un interceptor avanzado capaz de derrotar los vehículos hipersónicos”.

Las implicaciones geopolíticas de todas los sistemas, las armas y las tecnologías anteriores son inmensas.

La incorporación de los misiles hipersónicos al planeamiento de la guerra moderna representa un cambio fundamental no sólo en las capacidades militares, sino, en el balance de poder entre EE. UU., Rusia y China.

Una vez que estas tecnologías estén plenamente desarrolladas, los sistemas y las armas de guerra que las proyecten multiplicarán de forma dramática la velocidad, el alcance y la precisión de sus ataques e incrementarán de manera exponencial la flexibilidad para proyectar su poder y su fuerza desde plataformas terrestres, marítimas y aéreas.

En definitiva, la razón de ser de los misiles hipersónicos es triple: infligir golpes de decapitación al enemigo, ya sean contra sus centros de mando, control, comunicaciones, ordenadores e inteligencia –Command, Control, Communications, Computers, and Intelligence (C4I), en inglés-, es decir, el sistema nervioso de cualquier Institución Militar, o ya sean contra los más altos centros de mando político de una nación; golpear objetivos altamente sensibles, en espacios de tiempo críticos y muy reducidos; y derrotar los sistemas de defensa aérea modernos.

La carrera en búsqueda del liderazgo en los sistemas hipersónicos está lanzada y, como en el mundo de los negocios, la ventaja de ser el primero, es decir, la habilidad de una nación para superar a sus rivales y a sus adversarios, como consecuencia de ser la primera en entrar en una nueva categoría de productos de sistemas de armas, provee de beneficios en la geoestrategia indudables.