La ONU se olvida de Siria

Durante la sesión última de la Asamblea General (AG) de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), celebrada en la ciudad de Nueva York, entre el 18 y el 22 de septiembre de 2023, Siria ha estado ausente, de forma llamativa, de las actividades, formales e informales, de dicha organización y de las que se suelen programar en torno a ésta en esas fechas.

A pesar de que Siria sigue siendo uno de los asuntos centrales de la región del Próximo Oriente, muchos países actuaron en aquellos días como si esta realidad no fuera con ellos.

En lo que respecta a las súper potencias globales, desde 2015, la Federación de Rusia, a través de su intervención militar y de su apoyo decidido al régimen de al-Assad, facilitó que, en los años sucesivos, la integridad territorial de ese país fuera garantizada.

En 2023, doce años después del comienzo de la guerra civil en Siria, la intensidad de la lucha y de la violencia se ha mantenido en su nivel más bajo desde el inicio de esta crisis, aunque ésta no ha traído, todavía, al país la paz, la estabilidad y la reactivación económica deseadas.

Sin embargo, los últimos meses han supuesto un gran avance en el plano diplomático y han llevado a una normalización entre Damasco y muchos actores regionales.

La intensificación de la cooperación de Siria con los Emiratos Árabes Unidos (EAU), con Omán, con Bahréin y con Jordania y la reconciliación con Egipto, con Arabia Saudí, con Túnez y con Argelia han marcado definitivamente una tendencia positiva que, finalmente, desembocó en un consenso árabe para restablecer la pertenencia de Siria a la Liga Árabe el 7 de mayo de 2023.

Por otra parte, de forma simultánea, Estados Unidos (EE. UU.), el otro gran poder global, estuvo, y continúa hoy en día, empeñado en utilizar en su beneficio a las grandes organizaciones del terrorismo internacional yihadista.

Washington declara reiteradamente que sus tropas están en Siria para “luchar contra ISIS“, es decir, el Estado Islámico (EI).

No obstante, estas afirmaciones son consideradas como transparentemente falsas por muchos analistas, dado que existen múltiples casos en los que la coalición liderada por EE. UU. dentro de Siria no sólo no ofrece resistencia a los avances terroristas, sino que, en ocasiones, incluso, facilita sus victorias contra las Fuerzas Armadas sirias.

EE. UU. ha reiterado su voluntad de permanecer en Siria durante mucho tiempo.

No parece que la “lucha contra el terrorismo” sea la prioridad del despliegue estadounidense en territorio sirio, sino que su objetivo sea, en cambio, desestabilizar el país, empobrecerlo y saquear sus recursos.

El mundo espera con expectación la publicación de las memorias presidenciales de Barack Obama al respecto, especialmente, los capítulos sobre la creación del Estado Islámico (EI).

Todo lo anterior contribuyó a que una potencia regional como Irán se aprovechara de la situación y se ofreciera como aliado necesario, a través de sus intermediarios de todo tipo, para sostener a Assad en el poder.

Quizás, el interés actual del gobierno de Biden en provocar una guerra regional en el Próximo Oriente sea, entre otras razones, el de revertir la situación desventajosa en la que EE. UU. ha acabado encontrándose en Siria, desde que Rusia intervino en ese país, en 2015, para salvar el régimen de Assad.

Mientras tanto, la migración procedente de Siria sigue siendo un desastre humano y un riesgo de seguridad, a la vez, que se hace sentir en todo el Próximo Oriente, entre sus vecinos y en la Unión Europea (UE), a pesar de todos los esfuerzos torpes que ésta última ha llevado a cabo para contenerla.

El olvido de la ONU y de muchos países del mundo sobre Siria durante la AG de aquella, en septiembre de 2023, no puede hacer como si los retos que la situación en Siria genera no existieran ni para sus vecinos más cercanos, ni para los que no lo son tanto.

Todos los poderes globales y regionales que estuvieran realmente interesados en la estabilidad del Próximo Oriente durante los próximos años deberían tener claras cuáles deberían ser sus prioridades para Siria.

Éstas pasarían por el mantenimiento de su integridad territorial, por la lucha contra las organizaciones terroristas islamistas implantadas en aquel país, por la gestión de los movimientos migratorios que de allí proceden y los riesgos de seguridad asociados a éstos y por la contribución internacional a la reparación de los daños causados por el terremoto del 6 de septiembre de 2023, que, sólo en Siria, provocó más de 10.000 muertos.