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‘Guardián de las Murallas’ y los enjambres militares en el siglo XXI

‘Guardián de las Murallas’ y los enjambres militares en el siglo XXI
Iron Dome
Jorge Cachinero el

Desde sus orígenes, animales y seres humanos han usado el enjambre como forma de combate.

Hormigas y abejas, por un lado, o mongoles y partos, por otro, han utilizado el enjambre como una táctica muy efectiva de ataque.

El concepto que hay detrás del enjambre es el de asaltar a un adversario desde todas las direcciones posibles y de forma simultánea.

En el ámbito militar, más específicamente, el enjambre –swarm, en inglés- es una táctica diseñada para ser utilizada en el campo de batalla con el objetivo de maximizar la saturación del objetivo y, por lo tanto, abrumar y desbordar las defensas en torno al mismo.

Aunque de apariencia amorfa, el enjambre es una forma deliberadamente estructurada, coordinada y estratégica de embestir desde todas las direcciones, por medio de un golpeo sostenible de fuerza o de fuego, tanto desde distancias cercanas como desde posiciones de enfrentamiento más lejanas al adversario.

Idealmente, la utilización de una fuerza de enjambre será más efectiva cuanto más se hayan adaptado la doctrina y las estructuras organizativas de la Institución Militar que la use, es decir, mediante el despliegue de innumerables unidades de maniobra en red, pequeñas y dispersas, y mediante la transformación de los centros de mando y control de las unidades de línea y de la logística de toda la fuerza desplegada.

A pesar de los antecedentes existentes en el mundo animal y en la historia del ser humano, el enjambre es una nueva forma de combatir a la que la tecnología ha abierto la puerta para su desarrollo e implantación de forma exponencial.

La tecnología, en efecto, permite ya la pulsación sistemática de fuerza y de fuego desde unidades militares dispersas, aunque conectadas a través de internet, para golpear al adversario, de forma simultánea, desde todas las direcciones.

La tecnología facilita, además, o bien que grandes cantidades de individuos, aislados unos de otros, o bien que grupos pequeños de individuos, coordinados convenientemente, puedan combatir como una unidad coherente.

En definitiva, la tecnología permite que las tácticas de enjambre militar saturen o desborden el sistema de defensa del adversario al coordinar y sincronizar series de ataques simultáneos y concentrados.

Estas tecnologías, que, en el ámbito civil, acabarán con la industria de los fuegos artificiales, permiten a las Fuerzas Armadas la creación, por ejemplo, de bandadas de drones militares con un potencial de concentración de fuerza, de masa crítica, de potencia de fuego y de velocidad para las operaciones militares con una expectativa increíble de aplicación con alta precisión.

Este ha sido el caso durante la “Operación Guardián de las Murallas”, que las Fuerzas de Defensa de Israel -IDF, por sus siglas en inglés- desplegaron, durante el pasado mayo de 2021, para hacer frente a una nueva agresión militar sobre el Estado de Israel por parte del grupo terrorista Hamas y de otras organizaciones terroristas islámicas que controlan la franja de Gaza.

Durante los 11 días de combate, las IDF utilizaron de forma combinada enjambres de drones guiados por Inteligencia Artificial (IA), por una parte, y supercomputación, por otra, para peinar datos e identificar nuevos objetivos dentro de la franja de Gaza a una velocidad y con una precisión desconocidas, hasta ahora.

Según las IDF, la IA se ha venido utilizando durante los dos años previos a la ejecución de “Operación Guardián de las Murallas” para identificar ubicaciones sospechosas del grupo terrorista Hamas y para atacar objetivos estratégicos que eliminaran los sitios desde lo que se podría producir el lanzamiento de los misiles usados por esta organización.

Los algoritmos utilizados en esta “Operación Guardián de las Murallas” están residenciados en la denominada Unit 8200, una unidad de la Inteligencia israelí, especializada en descifrado de códigos e inteligencia de señales, que es el equivalente de la National Security Agency (NSA) de Estados Unidos (EE. UU.).

La Unit 8200 creó múltiples algoritmos que usaban inteligencia geográfica, humana y de señales para identificar objetivos, que, luego, se pasaban al mando para ordenar los ataques.

De esta forma, se ha reducido enormemente la duración del combate al clasificar la inteligencia recogida por los drones a un ritmo mucho más alto del que eran capaces los humanos.

Por otra parte, el escudo antimisiles de alta tecnología de Israel –Iron Dome o Cúpula de Hierro– interceptó, muy eficazmente, los misiles que eran lanzados desde la franja de Gaza, en el aire y antes de que pudieran alcanzar sus objetivos previstos, mediante técnicas de enjambre defensivo, en este caso.

El Iron Dome de las IDF alcanzó una tasa de éxito del 90% en la destrucción de aquellos misiles que fueron lanzados sobre el Estado de Israel.

La realidad es que los enjambres militares, especialmente, a través de drones, están siendo utilizados tanto por actores estatales como por actores no estatales.

Arabia Saudí o Venezuela se valen de ellos, por citar dos ejemplos de los primeros.

También fueron utilizados, en 2020, durante la guerra entre Armenia y Azerbaiyán -esta última contó, para ello, con el apoyo de Turquía- en Nagorno-Karabaj o durante la guerra civil en Libia.

En 2017, el Estado Islámico (EI) empleó enjambres de drones en Iraq -equipados con armas de calibre de 40 mm y con capacidades de reconocimiento facial- y los cárteles mexicanos de la droga llevan tiempo valiéndose de enjambres de drones -al convertirlos en drones suicidas equipados con explosivos C4- para sus actividades terroristas y criminales, respectivamente.

En el mundo cíber, las tácticas de enjambres están extendiéndose.

Los programas automatizados de ordenador –bots- y las redes de ordenadores que operan en la nube –HiveNets- se han especializado, cuando son explotados con intenciones malignas, en encontrar vulnerabilidades específicas de los ordenadores a los que colonizan y son capaces de actuar en enjambre o de forma múltiple y comprometer los equipos penetrados de forma simultánea.

El maridaje entre las tácticas de enjambre militar y el desarrollo tecnológico lleva aparejado, en manos y con objetivos indeseados, el riesgo de cuestionar la estabilidad internacional.

Con dicha simbiosis del uso de las tácticas de enjambre militar y el desarrollo tecnológico, el daño es fácil y rápidamente escalable.

La creación de súper enjambres puede implicar un alto nivel de autonomía en su funcionamiento y, por lo tanto, un descenso en el control que los seres humanos puedan ejercer sobre ellos.

El empleo de estos súper enjambres puede generar un sesgo en favor del planeamiento de operaciones ofensivas sobre las defensivas con lo que se reduciría el umbral de la voluntad y de la decisión de hacer uso de la fuerza en los conflictos entre naciones y, por todo ello, podría favorecer la carrera de armamentos a nivel internacional.

La solución a los dilemas que estos desarrollos plantean podría no encontrarse, necesariamente, en la prevención tradicional de los mismos a través de normas internacionales.

En el caso de las IDF, su código ético las compromete con la defensa del Estado de Israel y de sus ciudadanos, con el respeto de la vida de los seres humanos, con la disciplina para cumplir sólo las órdenes que sean legales y, en definitiva, con la protección de la pureza de las armas.

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