El dominó de América

Después de la investidura, el pasado mes de julio, de Pedro Castillo como presidente de Perú, seguida por el nombramiento de su consejo de ministros, presidido por Guido Bellido, es razonable hacerse la pregunta de si su llegada al poder es un suceso extraordinario en la región.

Para responder a esta cuestión habría que tener presente que el partido Perú Libre, que Castillo encabezó para encaramarse a la presidencia del país, es heredero de Sendero Luminoso, el grupo terrorista más cruel de la historia del guerrillerismo en América Latina y de fanática y de sectaria obediencia marxista, leninista y maoísta.

El propio Castillo, de hecho, se ha declarado, reiteradamente, marxista y leninista y admirador de Josef Stalin y de Hugo Chávez.

Para empezar, habría que subrayar que lo que ha sucedido en Perú el pasado mes de julio no es ajeno a lo que ha acontecido en otros países de la región durante las últimas décadas.

El Movimiento 26 de Julio, liderado por Fidel Castro, derribó por la fuerza el gobierno de Fulgencio Batista el 31 de diciembre de 1958, después de casi seis años desde que se iniciara el movimiento guerrillero revolucionario cubano.

Posteriormente, aquella organización originaria fue sustituida al fundarse el Partido Comunista de Cuba en octubre de 1965.

Por lo tanto, los comunistas controlan Cuba desde hace 56 años, si se toma como fecha de comienzo del régimen dictatorial la de la creación del partido comunista, o desde hace más de 62 años, desde la fecha de la toma del poder formal por los guerrilleros, o, incluso, desde hace más de 68 años, si se acepta, como hace, simbólicamente, el actual régimen cubano, como fecha de inicio de su poder en Cuba la del levantamiento guerrillero en 1953.

En Nicaragua, Daniel Ortega, además de su período inicial en el poder, entre 1985 y 1990, tras el triunfo de la revolución sandinista en 1979, volvió a la presidencia del país en 2007 y, desde entonces, está demostrando con los hechos que no solo no tiene ninguna intención de abandonarlo, sino que está decidido a afianzar su régimen dictatorial e, incluso, convertirlo en una dinastía familiar.

En definitiva, Daniel Ortega lleva 19 años en el poder en Nicaragua, de los cuales, los últimos 14 son consecutivos, y, si sus planes de fraude para las próximas elecciones presidenciales de noviembre culminaran con éxito, habría que añadirle a esa cuenta, como mínimo, otros 5 años más.

Evo Morales, por su parte, estuvo en el poder, en Bolivia, durante 13 años y el actual presidente, Luis Arce, miembro del partido de Morales, Movimiento al Socialismo (MAS), va a estarlo, como mínimo, otros 5.

Por último, la llamada revolución bolivariana se ha petrificado en el poder ya que, entre Hugo Chávez -con la excepción de unos meses, entre abril de 2002 y marzo de 2003-, de 1999 a 2013, este último, año de su muerte, y Nicolás Maduro, su sucesor, entre la muerte de su predecesor y la expectativa de seguir de presidente, como poco, hasta 2025, sumará, para entonces, casi 26 años en el poder en Venezuela.

Las características comunes que se pueden extraer de las consecuencias de la gestión política y de la gestión económica y social en esos países durante esas décadas son tres: regímenes dictatoriales o autoritarios, empobrecimiento colectivo e individual y saqueo de los recursos de los países por parte de sus gobiernos para su propio beneficio personal.

La incógnita por resolver debe dilucidar si el proceso de captura de todo el continente americano por parte de las fuerzas que representan el socialismo del siglo XXI -es decir, el castro chavismo, el narco comunismo, en definitiva, el comunismo en el siglo XXI-, terminará con la victoria del pasado mes de julio en Perú.

La verdad es que no hay razones para el optimismo.

En Chile se celebrarán elecciones presidenciales en noviembre de este año 2021.

En estas elecciones, la izquierda postulará como candidato a Gabriel Boric, quien encabezará la alianza Apruebo Dignidad y quien, de acuerdo con los sondeos electorales, cuenta con posibilidades reales de victoria,

Detrás de las palabras que dan nombre a esa plataforma electoral, Apruebo Dignidad, presuntamente bien intencionadas, pero, sin duda, de forma taimada y eufemística, se agrupa la izquierda chilena, incluida la más radical.

Así, una de las fuerzas mejor organizadas dentro de Apruebo Dignidad es el Partido Comunista de Chile, cuyo líder actual, Daniel Jadue, nieto de emigrante palestino, es una persona que, públicamente, no ha tenido ni vergüenza, ni remordimiento al haber manifestado abiertamente su antisemitismo.

Jadue, hasta hace poco, lideraba las encuestas de apoyo popular en el país, antes ser derrotado, contra pronóstico, por Boric en las primarias de la coalición de la que ambos son miembros.

El fantasma del gobierno de Unidad Popular, que gobernó, entre 1970 y 1973, y llevó a Chile a una situación de crisis nacional, revolotea sobre estas próximas elecciones.

Posteriormente, en Colombia, en mayo de 2022, se celebrarán elecciones presidenciales.

El candidato que está al frente de las encuestas de opinión, en estos momentos, es Gustavo Petro, quien, se presentará al frente de la coalición de la izquierda, de la que hace parte la más radical, que se hace llamar Colombia Humana.

De nuevo, en Colombia -Colombia Humana-, como en Perú -Perú Libre- o como en Chile -Apruebo Dignidad-, la izquierda más liberticida hace uso de los eufemismos, con el afán de confundir a nacionales y a extranjeros, porque los comunistas saben que ya no es popular llamarse, al menos, en público, comunista.

Debe ser recordado que Petro fue militante de la organización guerrillera y terrorista Movimiento 19 de Abril -conocida, también, como M-19 o “el eme”-, que, una vez fundada en 1970, llegó a convertirse en el segundo grupo guerrillero de Colombia, tras las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Durante sus años de existencia, el M-19 se destacó por sus acciones violentas y de terror, incluyendo robos, secuestros y asesinatos de líderes políticos de la derecha y del conservadurismo liberal y de empresarios.

Por último, en Brasil, las encuestas indican que, en caso de presentarse, de nuevo, como candidato, el ex presidente Lula da Silva podría derrotar al presidente Bolsonaro, ya que ambos obtendrían el 49% y el 23%, respectivamente, del voto popular.

Toda América es objetivo del socialismo del siglo XXI, es decir, del comunismo en el siglo XXI.

Los próximos meses serán decisivos para América.