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Siria, orígenes y futuro de su crisis

Siria, orígenes y futuro de su crisis
Desfile militar ruso, en presencia de tropas del Ejército Árabe Sirio, en conmemoración del Día de la Victoria de la URSS en la II Guerra Mundial, base aérea de Jmeimim, Latakia, Siria, 9 de mayo de 2016
Jorge Cachinero el

Los orígenes de la crisis que estalló en Siria, en 2011, han sido, habitualmente, analizados, fundamentalmente, desde la perspectiva de su política interna mientras que no se les han prestado suficiente atención a los factores externos, que, en gran medida, han sido la fuente principal de los problemas de Siria durante la última década.

Destaca entre todos estos, el apoyo que, desde países del Próximo Oriente y, también, de Occidente, se ha venido prestando a grupos islámicos extremistas y terroristas en Siria.

El patronazgo de algunas potencias regionales al terrorismo yihadista en Siria pudiera asumirse, desgraciadamente, como esperable.

No obstante, se echan en falta, desde ciertos países occidentales, explicaciones de porqué se ha desempeñado el patronazgo -financiero, militar y logístico- sobre radicales y sobre yihadistas, por no decir que, una vez dadas las anteriores, se debería ejercer una necesaria rendición de cuentas sobre un comportamiento, como mínimo, tan irresponsable.

La realidad es que, para muchos, sobre cualquier otro tipo de consideración, primaron los objetivos de derrocar al presidente sirio Bashar al-Assad, de provocar un cambio de régimenregime change, en inglés-, extendiendo, así, a Siria la versión primavera árabe de las llamadas revoluciones de colores, mediante el impulso de la creación del Estado Islámico (EI), y, por último, de utilizar este país árabe como plataforma de entrenamiento y de expansión del islam más radical hacia las repúblicas de Asia Central y, por último, desde éstas, hacia el interior de Rusia.

Este último objetivo de exportar el yihadismo terrorista a Rusia se hizo aún más imperativo para algunas naciones, especialmente, después de la intervención rusa, a partir de 2015, en Siria, que acabó convirtiéndose en el factor decisivo en el mantenimiento del gobierno de al-Assad en el poder.

No debería sorprender, por tanto, leer las primeras informaciones sobre la presencia en Ucrania de islamistas radicales, procedentes de Siria, combatiendo contra Rusia dentro de las unidades del ejército ucraniano.

En la actualidad, conseguida la estabilización de la situación interna a través de la derrota, casi por completo, de los contingentes del EI, los dos problemas críticos a los que hace frente el gobierno de Siria son la difícil situación económica y la ocupación, aún hoy, de zonas de su geografía por actores externos.

Por un lado, Turquía mantiene la presencia de sus fuerzas militares tanto en la región de Idlib como en la zona fronteriza que separa su país de Siria, en la que el gobierno turco ha creado estructuras administrativas de gobierno regional y local contrarias a la autoridad del ejecutivo sirio.

Mapa de situación en Siria, 7 de agosto de 2022, según Southfront

Estados Unidos (EE. UU.), por su parte, mantiene su presencia militar en Siria, en la zona sur y fronteriza con Jordania, en torno a At Tanf.

En cuanto al futuro de Siria y al acuerdo político necesario para garantizarlo, en los últimos meses se han observado un par de desarrollos que muestran una mejora de la situación, a la vez que, simultáneamente, son identificables tres factores de deterioro de ésta.

Como indicadores que refuerzan el optimismo, durante los dos últimos años, destaca el que un número de países árabes -Arabia Saudí, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) o Jordania- se hayan ido aproximando y se hayan situado más cerca del gobierno sirio, ahora, que su supervivencia no está siendo cuestionada internacionalmente.

Asimismo, Siria vuelve a integrarse en proyectos regionales económicos como, por ejemplo, el que lidera Egipto para suministrar gas al Líbano.

Es incuestionable que las mejoras de la situación interna en Siria se manifiestan en el mantenimiento del statu quo político, ya que Damasco se encuentra en control del país, y, a la vez, en el hecho de que Siria inicie su regreso como actor de la escena internacional.

No obstante, las señales del deterioro de la coyuntura siria son notables.

La cristalización de la presencia turca en Idlib y en el norte del país y la normalización que la comunidad internacional le está otorgando a ésta, al tratar directamente con las autoridades que Turquía ha establecido en esas áreas, no contribuyen a una solución política a la crisis de Siria, a la vez que grupos kurdos mantienen el control del noroeste del país.

Se unen a lo anterior las dificultades económicas cronificadas de Siria que van más allá de los retos que plantea la reconstrucción del país.

Por último, resulta inquietante que se haya identificado el regreso a Siria de operativos del EI y del Frente Al-NusraJabhat al-Nusra, en árabe-, la organización salafista yihadista asociada a Al-Qaeda.

Son meses críticos para Siria, para su futuro político y para su porvenir económico, ya que éstos son dependientes directamente de que continúe el proceso de estabilización y de reducción de la violencia, que se inició, en 2015, con la intervención rusa en el país.

Si no es así, por el contrario, Siria correría el riesgo de recaer en una versión 2.0 de su guerra civil, animada por los yihadistas terroristas y por aquellos países occidentales que ven a Siria como un peón más de una competencia global contra Rusia.

 

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