¿Cómo declina Asia la multipolaridad?

NB: Este artículo fue publicado anteriormente en El Economista.

El nuevo orden multipolar que está emergiendo es plural, descentralizado y no cuenta con un hegemón global, lo que ha abierto el espacio para que sea impulsado por potencias medias o regionales.

La transición que se vive desde el momento unipolar ya pretérito al mundo multipolar en surgimiento permite que los países de Asia desplieguen mejor sus políticas exteriores de manera sofisticada.

El continente asiático es una región diversa, aunque ha desarrollado patrones de comportamiento compartidos en la formulación de la proyección internacional de muchas de sus naciones.

La multipolaridad en Asia se está vertebrando en torno a numerosos compromisos y alineamientos, sin que sus países quieran verse obligados a tomar partido por ninguna de las grandes potencias, ya sean Estados Unidos (EE. UU.), China o Rusia.

Muchas de las naciones de Asia muestran un pragmatismo destacado hacia EE. UU., que no les impide proteger sus intereses nacionales, ya sean económicos, comerciales o de seguridad, en sus relaciones bilaterales con Pekín o con Moscú, respectivamente.

Si bien la mayoría de la población de Filipinas se encuentra más cómoda tratando con EE. UU., el 75% de los ciudadanos de Indonesia, el país más poblado de Asia, con más de 286 millones de habitantes, se manifiesta, por el contrario, a favor de las relaciones con China.

Incluso los países aliados de Washington en Asia no se sienten restringidos para entenderse con China.

Corea del Sur, Australia o Japón no quieren sacrificar sus relaciones económicas con China por mor de apoyar a EE. UU. en un conflicto hipotético con Pekín, Seúl mantiene el equilibrio de poder dentro de su península y Tokio protege sus negocios energéticos con Rusia.

China o Rusia no representan una amenaza para la mayoría de los países de Asia.

Las preferencias de política exterior de un número importante de naciones asiáticas no han cambiado, a pesar de los retos que plantea este modelo de pragmatismo revuelto y de los cambios ocurridos en las décadas anteriores.

Tres características definen los deseos de estas en política exterior.

La estabilidad comercial, económica y de seguridad es lo ideal para todas ellas.

La mayoría quiere mantener su independencia para decidir o influir en asuntos que son prioritarios para ellas y no se dejan avasallar para que se les obligue a tomar partido del lado de cualquiera de las grandes potencias.

En definitiva, los países asiáticos prefieren soluciones prácticas y beneficiosas a sus problemas y no se dejan arrastrar al maniqueísmo de una resurrección de la Guerra Fría o de la competencia entre grandes potencias.

Los vínculos entre naciones en Asia son flexibles y tienen objetivos y plazos de duración delimitados.