ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El blog de Jorge Cachinero por Jorge Cachinero

Cómo combate Irán en la ‘zona gris’

Cómo combate Irán en la ‘zona gris’
Ayatollah Ali Khamenei, (i), Almirante Habibollah Sayyari (c), General Ataollah Salehi (d), Golfo Pérsico, Irán, 19 de febrero, 2010
Jorge Cachinero el

El número de países que utilizan herramientas de la llamada zona gris para sacudir el orden internacional y, gracias a ello, aumentar su poder y su influencia en el mundo está creciendo.

No obstante, los Estados calificados de revisionistas -es decir, los que tienen la voluntad de subvertir el equilibrio internacional de fuerzas actual- no son sólo los únicos que hacen uso de los instrumentos propios de esa zona gris.

Las potencias hegemónicas mundiales o con aspiración de convertirse en una de ellas -Estados Unidos (EE. UU.) o China-, las potencias mundiales no dominantes -como Rusia-, las potenciales regionales, en todos los continentes, y los Estados gamberros o atípicos -Irán o Corea del Norte, por ejemplo- son parte de la lista de los sospechosos habituales con capacidades bien desarrolladas en este dominio, que ponen al servicio de los fines y de los intereses de sus políticas internacional, de defensa y de seguridad.

El uso de prácticas propias de la zona gris no es un fenómeno nuevo.

Los Estados llevan siglos utilizándolas para desestabilizar políticamente a sus rivales o a sus enemigos, para infiltrar quintacolumnistas, milicianos y mercenarios en territorios extraños o para confundir, engañar o movilizar de su parte a las poblaciones de países ajenos.

Mercenarios en África

En el fondo, los actores estatales, cuando hacen uso contra otras naciones de las técnicas de enfrentamiento desde la zona gris, buscan evitar que un conflicto escale a una guerra abierta y convencional o mantener, al máximo de sus posibilidades, una negación plausible de su autoría en el despliegue de esos recursos contra otros Estados.

El objetivo sería, al comportarse así, contener dicha confrontación por debajo de los umbrales de una intervención militar tradicional, con todos sus costes humanos, económicos y políticos asociados.

En definitiva, luchar para torcer la voluntad del contrario desde la zona gris, sin que parezca o sin que se pueda asegurar que se está combatiendo, es instalarse en el espacio ambiguo que hay entre la paz y la guerra para actuar contra otros, con toda la determinación y la agresividad que sean pertinentes, y sin necesidad de hacer uso, obvio y abierto, de la fuerza militar.

Almaty, Kazajistán, enero de 2022

Tampoco hay nada novedoso en la historia del ser humano sobre este deseo de los Estados de combatir a otros Estados por debajo del umbral de la guerra convencional.

Es cierto que la tecnología ha transformado, y lo hará aún mucho más y más rápidamente en el futuro, el uso de las herramientas de la zona gris, como es el caso de la ciberguerra o de la sofisticación creciente de las operaciones psicológicas, y que estas técnicas están teniendo, gracias a aquella, un despliegue mayor y con una frecuencia más alta durante los últimos años.

En cualquier caso, la clave para combatir eficientemente desde la zona gris reside en el empleo de herramientas no convencionales -guerra política, revoluciones de colores, propaganda, operaciones encubiertas, apoyo a organizaciones guerrilleras o terroristas, guerra mediante el uso de métodos híbridos– que permanezcan por debajo del umbral del conflicto tradicional.

En resumen, el conflicto desde la zona gris podría entenderse como una forma de enfrentamiento que persigue objetivos políticos a través de campañas cohesionadas e integradas, que emplea, principalmente, herramientas no militares, que se esfuerza por mantenerse por debajo de los umbrales, comúnmente aceptados, que configuran los límites previos a una escalada militar o que delimitan las líneas rojas para evitar un conflicto convencional abierto y que avanza gradualmente hacia sus objetivos, en lugar de buscar resultados concluyentes en un período de tiempo específico o breve.

Las campañas desde la zona gris bien planeadas y ejecutadas difuminan las líneas divisorias que separan la paz de la guerra y los esfuerzos civiles de los militares.

Este tipo de enfrentamientos hace un uso sincronizado de múltiples instrumentos adaptados a las vulnerabilidades del adversario para lograr efectos sinérgicos.

Irán es un buen ejemplo de todo lo anterior ya que lleva, desde 1979, utilizando un conjunto impresionante de herramientas no convencionales de zona gris para reforzar su influencia en el Oriente Medio y más allá.

Para empezar a describir cómo Irán opera en este dominio habría que subrayar que este país utiliza intensivamente su red de embajadas en el mundo para desplegar complejos, sofisticados, largos y fuertes tentáculos de agentes encubiertos y de fuerzas cuasi militares.

Asimismo, Irán utiliza la diplomacia energética y los beneficios de sus riquezas petrolíferas para financiar sus diversas causas y campañas.

Por otra parte, Irán cuenta con una red bien desarrollada de aliados indirectos.

Ninguno es más poderoso que la organización terrorista Hezbollah -“el partido de Dios”, en su significado original-, el principal actor de la guerra híbrida en el mundo, hoy en día, que ayuda a Irán a cumplir con sus ambiciones estratégicas en el Próximo Oriente y en todo el mundo, incluidas Europa o América Latina.

Manifestación de Hezbollah en Beirut, Líbano, 2019

Con la ayuda de Hezbollah, Irán lleva años tratando de desestabilizar el Oriente Medio, en su propio beneficio, y lo hace mediante el uso de fuerzas indirectas, que le permiten reclamar la negación plausible sobre sus acciones, en países como Líbano, como Siria, como Iraq o como Yemen, entre otros.

Para todo ello, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria IslámicaIslamic Revolutionary Guard Corps (IRGC), en inglés- es el ejecutor paramilitar de las políticas iraníes a través de terceros, como prueban sus vínculos estrechos con grupos como el mencionado Hezbollah, en el Líbano, como los houthis, en Yemen, como la milicia de las Fuerzas de Defensa Nacional (FDN), en Siria, o como el Cuerpo Badr, en Iraq, por mencionar los casos más conocidos.

Desfile del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, Teherán, Irán

El IRGC, de hecho, fue designado grupo terrorista por el gobierno del presidente Donald J. Trump, en abril de 2019.

La importancia estratégica que el IRGC tiene para la política exterior iraní se está poniendo de manifiesto durante las conversaciones que se están celebrando, actualmente, en Viena para revivir el acuerdo nuclear con Irán –Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA), en inglés, que, en 2015, se firmó entre los miembros del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), China, EE. UU., Francia, Reino Unido y Rusia, además de Alemania, junto con la Unión Europea (UE), es decir, el llamado P5+1-, dado que Irán está amenazando con no firmar un nuevo acuerdo, que está casi listo, si no se levanta la denominación del IRGC como organización terrorista.

La insistencia de Irán en este asunto es bien reveladora del valor que Irán atribuye al rol que el IRGC desempeña, desde la zona gris, en favor de sus objetivos de política exterior.

La aspiración iraní no debe sorprender a nadie, sin embargo, lo que sí es asombroso es el hecho de que Biden y su equipo estén dispuestos a ceder ante esta presión iraní y estén pensando en retirar, por tanto, al IRGC la calificación de organización terrorista, a cambio, al parecer, de que Irán se comprometa a no cometer atentados contra ciudadanos estadounidenses.

Joseph Biden

Las potenciales víctimas futuras del terrorismo del IRGC de otras nacionalidades que no sean la estadounidense no parecen ser preocupación de Biden y de su equipo, cuyas cobardía, indignidad y torpeza empujan, a toda velocidad, a EE. UU. a materializar su tercer gran fracaso en política exterior en poco más de un año, después del cobarde abandono de Afganistán, en agosto de 2021, y de haberse enfrentado militarmente con Rusia, desde finales de febrero de 2022, a través de su apoderado en el este de Europa, Ucrania.

La actividad marítima coercitiva de Irán en las inmediaciones del Estrecho de Ormuz, al realizar ataques a petroleros y a buques comerciales que navegan en aquellas aguas, es otra de las herramientas del portafolio de la actividad de zona gris iraní.

Por añadidura, el IRGC, a través de su unidad de fuerzas especiales, conocida como Quds, entrena y asesora a grupos de combatientes más allá de las fronteras de Irán, a través de fuentes de financiación ilícitas.

General Qassem Soleimani, jefe de Quds, asesinado por un atatque de EE. UU., enero de 2020

Por último, y no, por ello, menos importante, Irán ha dado pasos graduales, pero decididos, desde hace años, para convertirse en una potencia nuclear, cuya sola amenaza ya le está ofreciendo la posibilidad de explotar esa expectativa como palanca de influencia geopolítica, en general, amén de que pueda convertirse, en caso de culminar con éxito ese proceso, en una amenaza existencial insoportable para el Estado de Israel.

Instalación de reactor de agua pesada en Arak, Irán

Irán está, también, desarrollando, con un alto nivel de sofisticación, sus capacidades en el territorio de las operaciones cibernéticas y de la información.

Estas amenazas cibernéticas y de la información iraníes están aumentando rápidamente ya que, cada vez más, piratas informáticos iraníes trabajan para atacar a personas, a empresas y a entidades gubernamentales de todo el mundo, aunque se centren, principalmente, en las de los países del Oriente Medio, como, por ejemplo, Arabia Saudí e Israel.

En lo que hace a la información y a la propaganda, el régimen de Teherán ejerce, por un lado, un férreo control sobre el consumo interno de información por sus ciudadanos, restringiéndoles las emisiones de televisión y el acceso a Internet y a las redes sociales, mientras que, internacionalmente, el uso de la desinformación y de la propaganda han contribuido a perpetuar la imagen de Irán como potencia regional, en general, y como rival de Arabia Saudí y de Israel, en particular, al tiempo que se ha estado presentando como un socio internacional fiable, especialmente, durante las negociaciones relacionadas con su programa nuclear, antes de 2015 y ahora.

Las operaciones de información de Irán también incorporan el espacio como un dominio de intervención de zona gris ya que, a través suyo, se han interferido, repetidamente y sin mayores repercusiones, por ejemplo, las emisiones de las comunicaciones por satélite de Voice of America o de la British Broadcasting Corporation (BBC).

En conclusión, la característica más definitoria, sobre las demás, de los conflictos de zona gris es el gradualismo, ya que las campañas de zona gris están diseñadas para desarrollarse a lo largo del tiempo, en lugar de buscar obtener resultados decisivos de una sola vez e instantáneamente.

El judo o el ajedrez son las disciplinas que mejor definen la política internacional en el siglo XXI y ambas requieren de mucha planificación previa, de mucha paciencia y de mucha contención en el despliegue de la estrategia seleccionada para saber aguardar al momento más oportuno en el que se pueda infligir el máximo daño y obtener el máximo rendimiento.

Por ello, Occidente, habituado a la exigencia y a la presión de lo inmediato, de los resultados trimestrales, es decir, de conseguir lo que se desea aquí y ahora, está en una posición de partida débil frente a aquellos adversarios, de geografías distintas y con culturas milenarias, que están acostumbrados a saber esperar.

 

EconomíaEspañaMundoOtros temasUnión EuropeaYihadismo

Tags

Jorge Cachinero el

Entradas más recientes