Empiezo hoy una serie de artículos sobre algunos de los lugares más interesantes que he visitado estos días en Tokio, Kyoto y Osaka, intentando salir de las rutas habituales. Cocina más de calle que de estrellas Michelin. Y desde luego, mucho más accesible sin dejar de estar muy buena.
Para empezar, una taberna (izakaya) canalla de Tokio que ya me gustó mucho en mi viaje del año pasado y en la que he querido repetir. Se llama Tatemichi Ya, y está en Daikanyama, muy cerca de Shibuya. Y digo canalla porque tanto el espacio, como su decoración y el propio ambiente lo son. El rock y el sake son los protagonistas de la taberna de Yoshiyuki Okada, a la que se accede por una angosta puerta tras bajar unas escaleras desde la calle. Una barra de madera rodeada de grandes botellas de la bebida nacional japonesa, gastados póster rockeros de los años 70 y 80 (desde los Ramones hasta Sex Pistols), música a todo volumen y una cocina más que interesante, en la que la casquería y las brasas son protagonistas.
Se puede comer sentado en el suelo y previamente descalzado en la planta superior, aunque es más cómodo hacerlo en alguna de las tres mesas que hay tras la barra, o directamente en esta. Y no se preocupen, hay una carta en inglés. Los precios, por cierto, son muy moderados para lo que es Tokio. Eso sí, reserven previamente porque suele estar abarrotado. La ventaja es que al ser una izakaya su horario se alarga por la noche bastante más de lo habitual en la ciudad.
Abrimos boca con unos edamame (habituales en casi todas las cartas de restaurantes, sean del tipo que sean) y unos pickles, verduras fermentadas muy frecuentes como aperitivos o como acompañamientos (personalmente me encantan). Y seguimos con un fijo de la casa, el grill en la mesa. Una pequeña barbacoa artesanal que se sitúa en el centro y en el que cada uno asa a su gusto pescados secos que tanto gustan a los japoneses. Trozos secos de raya, de calamar, de arenque o de pequeñas bacaladillas que se pasan mínimamente por el fuego antes de comerlos con una salsa que recuerda mucho a nuestra mayonesa.
Tienen fama en Tatemichi Ya lo que llaman filetes de aguacate. Grandes trozos de este fruto pasados por la parrilla y aliñados como si fueran carne. Textura y sabor en un plato que potencia el aguacate y merece la pena probar. Como merece la pena probar la casquería, a la que los japoneses son muy aficionados. Probamos los intestinos de buey salteados con salsa teriyaki, una versión ligera de nuestros callos, buenísimos.
Relacionado con la casquería, uno de los capítulos más interesantes es el de los “kushiyaki”, brochetas hechas en tradicionales parrillas de madera, un instrumento que va desapareciendo de las cocinas japonesas. Las hay de bacon con enoki y con tomate, que están buenas, pero las imprescindibles son las de casquería de pollo. Desgraciadamente esta vez no tenían las de piel crujiente con salsa yakitori, pero sí las de cartílagos del bicho, buenísimos. Otra opción son las mollejas del pollo, también en brocheta.
Terminamos con un arroz. En la carta, tentadores, el que va con sopa de té, o el de sardinillas secas. Optamos por el de pollo con huevo pochado, con mucho sésamo y el pollo a la brasa con salsa teriyaki. Bien mezclado en el plato, una combinación excelente. Para beber, cerveza local y un buen surtido de sakes, que se sirven en botellas enteras o en jarritas de 90 y 180 mililitros, una buena opción para probar varios. Anoten este sitio. Les va a gustar.
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